Sandra Sabatés entrevista a Ana Peláez Narváez, experta internacional y miembro del Comité de Naciones Unidas para Personas con Discapacidad. Ciega de nacimiento, es la primera mujer que forma parte de otro comité también de la ONU que lucha para la erradicación contra la discriminación de las mujeres.

Ana Peláez es el reflejo de una mujer con enorme voluntad y resiliencia. Ella fue consciente de que su ceguera iba a obligarla a pelear más duro cuando ingresó en el colegio de la ONCE: "Fui consciente de que, porque no veía, tenía que dejar mi familia, mi pueblo y estudiar de otra manera".

Siendo muy joven se fue a Bruselas. Allí, le fue complicado encontrar una familia: "Cuando se rellenaban los formularios de solicitud había que poner que yo no veía y eso hacía que no fuera elegida por ninguna familia del mundo. Al final decidieron poner que tenía un problema visual, cuando la familia me vio descender del avión con dificultad, fueron conscientes de que yo no veía y fue entonces cuando comunicaron que no podían asumir el compromiso de tenerme", ha explicado. Pero en ese momento otra familia, consciente de lo que estaba ocurriendo, decidió acogerla.

"Conceptualizamos a la gente con discapacidad en un todo único, sin danos cuenta de que la diversidad de la discapacidad es tanta como la diversidad humana", ha espetado Peláez Narváez, que ha afirmado que se acentúa cuando "lo llevamos al ámbito de las niñas y mujeres con discapacidad".

"Las mujeres con discapacidad es como si no tuviéramos sexo. Se nos considera así porque la sociedad tiene ese miedo a que reproduzcamos la vida de hijos o hijas con discapacidad", ha explicado.

De hecho, todavía es habitual que algunos jueces decidan con normalidad que se practiquen esterilizaciones forzosas, incluso en España. Así lo consiente el artículo 156 del Código Penal: "Cuando una mujer con discapacidad da a luz, en ese momento le hacen un ligamento de trompas. Se piensa que es lo mejor que va a pasar con respecto a esa mujer".

"También con ello se piensa el juez que así va a evitar embarazos no deseados, cuando lo único que provoca es la mayor exposición al abuso, porque el entorno de la mujer conoce ya que no va a haber este embarazo", ha explicado.

A la hora de ser madres, la percepción de la sociedad es cruel, según ha explicado Ana Peláez: "Se piensa que la posibilidad que tenemos de reproducir la discapacidad es muy alta, que no vamos a ser capaces de apoyar y cuidar de nuestros hijos y que, además, quién va a querer a una mujer con discapacidad".

"Recuerdo a mi suegra quedándose muy sorprendida y aterrada con la posibilidad de que su hijo se hubiera enamorado de una mujer ciega", ha asegurado, recalcando que después "cambió mucho todo", y ahora su suegra está encantada de tenerla.

En el mundo laboral también existen problemas específicos para las mujeres con discapacidad: "Solamente una de las 14 mujeres que están en edad de trabajar consiguen un empleo". "No solamente ganamos menos que las mujeres, sino también mucho menos que los hombres con discapacidad", ha remarcado.

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