Andrea Ropero se traslada a Borobia, un pueblo soriano de apenas 240 habitantes que hace seis años aprobó la explotación de una mina de magnesita por parte de una multinacional. Esta les prometía empleo y mejoras para la localidad, pero los vecinos denuncian que, a día de hoy, estas promesas no se han cumplido.

La fábrica que se les prometió, por ejemplo, "está ahí esperando en la nube", según lamenta su alcalde, Javier Gómez. "No puede ser que seamos aquí como un país tercermundista colonial, que vienen aquí, extraen el mineral de un recurso importante que tiene el municipio y que se lo lleven a otro sitio a tratar", asevera. Además, la explotación minera ha traído consigo el trasiego y el ruido de hasta 60 camiones al día. De la residencia, piscinas, carretera, fábrica y puestos de trabajo de los que les hablaron, sin embargo, no hay ni rastro, según denuncia Carmen, una de las vecinas.

Jesús, por su parte, afirma que se sienten abandonados. "No tenemos de nada, ni tenemos cura, ni tenemos médico", resume este vecino. "He sido obrero y quiero que haya trabajo, pero cuando vienen diciendo que hay trabajo y luego no lo cumplen... porque ofrecieron aquí 200 puestos de trabajo que no sé dónde están", sentencia.

"Viene a extraer recursos, no a poner valor en el pueblo"

Andrea Ropero también conversa a Alberto Jiménez, director del observatorio de Borobia, que denuncia que la explotación minera no crea empleo en el pueblo pero sí afecta "profundamente" a sus posibilidades de desarrollar el turismo natural. Puedes ver la entrevista en este vídeo: