Su cuerpo yacía sobre el tejado de un edificio en Medellín, en Colombia. Pablo Escobar fue abatido por la Policía en 1993 cuando trataba de huir. Acaban de cumplirse tres décadas. Fue el final del hombre que durante los años 80 instauró un régimen de terror en Colombia. "No soportaba humillaciones y se sentía con el derecho de ocupar un lugar privilegiado de la toma de decisiones en el país", señala Gustavo Duncan, profesor de la Universidad EAFIT.
Tan temible como carismático, llegó a ser congresista y construyó infraestructuras para la población de su Medellín natal. "Era su intento de presentarse como un Robin Hood moderno, pero asesinó a jueces, policías y periodistas", apunta Jeremy McDermott, codirector y cofundador de InSight Crime.
"Es el hecho de pensar que podían vivir en Colombia y tenían derecho a ser narcotraficantes. Si la cuestión hubiera sido solamente hacerse rico, no habría hecho esa guerra contra el estado que sabía que iba a perder", explica Duncan.
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Pablo Escobar se entregó en 1991 con dos condiciones: prohibir las extradiciones a Estados Unidos y ser encerrado en una prisión construida por él, de la que se fugó un año más tarde. El narcotráfico ha cambiado mucho desde su muerte, en 1993. Puedes obtener más información consultando el vídeo situado sobre estas líneas.