Un nuevo terremoto de 4,2 grados en la escala de Richter ha vuelto a sacudir el centro de Italia, donde desde el miércoles se suceden varios seísmos, el más fuerte de grado 5,9, que han causado varios heridos leves y algunos daños en edificios de la zona.
El terremoto se ha producido a las 19:22 horas locales y se ha podido sentir en el municipio de Norcia, en la región de Umbría, una localidad que presenta algunos desplomes en sus edificios como consecuencia de los movimientos telúricos del miércoles.
El epicentro de este nuevo terremoto se ha señalado en la zona de Preci, a una profundidad de nueve kilómetros, según confirmó el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia. Desde el miércoles, diversos sismos y cientos de réplicas están sacudiendo las zonas de Umbría y Las Marcas, situadas en el centro del país y caracterizadas por tener una fuerte actividad sísmica.
Hasta el momento, los municipios de Visso, Castelsantangelo sul Nera y Ussia son los que presentan mayores daños materiales, aunque también han sufrido desprendimientos en sus edificaciones otros lugares de la zona, como Preci, Campi Camerino o Norcia. Estos movimientos telúricos se producen dos meses después del terremoto del 24 de agosto que provocó 297 muertos y notables daños en localidades como Amatrice, la más devastada, Accumoli o Arquata del Tronto.
En esta ocasión no ha habido víctimas mortales, aunque sí como en la anterior ocasión miles de damnificados que se han visto obligados a abandonar sus casas y se preparan a estas horas para pasar la segunda noche a la intemperie. Mientras tanto, el Gobierno italiano y los servicios de Protección Civil trabajan a contrarreloj para reubicar a los evacuados y proporcionarles soluciones habitacionales provisionales que les permitan soportar las bajas temperaturas de la zona en las mejores condiciones posibles
Alrededor de tres mil personas permanecen fuera de sus hogares tras el terremoto que ha golpeado desde el miércoles el centro de Italia y se preparan para su segunda noche, en la que optarán entre dormir con parientes, en un albergue o en tiendas de campaña. Esta es la alternativa que se está ofreciendo a las hasta 300 personas que viven en el campamento de Visso, en epicentro del seísmo, y que se propondrá también al resto de damnificados que lleguen al mismo, ya que las autoridades esperan a hasta 700.
El alcalde de Visso, Giuliano Pazzaglini, explicó que los vecinos de su municipio y de los alrededores que lleguen a este campamento deberán elegir entre pernoctar en tiendas de campaña, en alojamientos en el litoral adriático o apañárselas con familiares o en sus coches. Pazzaglini explicó que dos tercios de las personas que llegaron al campamento lo hicieron porque sus casas están dañadas y que el resto lo han hecho por miedo, pero que tratarán a todos del mismo modo.
Al campamento de Visso llegaron dos autobuses en los que montaron un centenar de evacuados para dirigirse a instalaciones de Civitanova Marche, en la costa del Adriático, y se dio prioridad a las personas con movilidad reducida y a los ancianos.
El caso es que estos damnificados no pueden regresar a sus casas, muchas de ellas resquebrajadas y muy dañadas a causa de los varios temblores que han azotado la zona desde la tarde del miércoles, el mayor de ellos de magnitud 5,9 en la escala Richter. Muchos de ellos aseguran estar vivos "de milagro", debido a que el primer temblor se registró a las 19.11 hora local y sirvió así de "aviso" a la población, que se echó a las calles.
Uno de los problemas que más preocupan es el frío, especialmente notable de noche en esta zona enclavada entre las montañas de la región de Las Marcas, y la sensación térmica empeora como consecuencia del viento. Visso y Ussita son dos de los municipios que se encuentran más próximos al epicentro del terremoto y los estragos que ha causado en sus calles son evidentes, aunque bastante superiores en la primera localidad.
Desde Ussita Protección Civil coordina las labores de rehabilitación del área, con carreteras cortadas a causa de los desprendimientos de grandes rocas calizas, y ya puede verse a algunos trabajadores tratando de restablecer el alumbrado público. En Visso la situación es, sin embargo, más cruda, con tejados desplomados, el centro histórico repleto de cascotes y con militares en cada esquina para controlar los accesos de quienes se adentran en sus calles.
Llama la atención la situación del colegio de educación primaria, cuya fachada principal permanece prácticamente intacta pero cuya parte trasera se ha desplomado por completo, esparciendo pedazos de hormigón por todo el jardín. En la cercana y turística Norcia los vecinos han asistido al desplome de dos de sus joyas arquitectónicas, el santuario de Santa Maria delle Grazie y la iglesia de San Salvatore, esta última completamente hundida. Muchos de los habitantes de esta región lamentan que este sea un duro golpe para la actividad comercial de la zona, considerada meta turística y que ya sintió las consecuencias del terremoto del pasado 24 de agosto, en la cercana Amatrice.
En cuanto a las soluciones, en primer lugar Cruz Roja, Protección Civil y efectivos del Ejército italiano, entre otros, colaboran en lo que pueden, con tiendas de campaña, transportando materiales o incluso echando una mano en la cocina del campamento. Por otro lado, el Gobierno italiano ha decidido destinar una partida de 40 millones de euros para emprender "con la brevedad y eficiencia posible las intervenciones necesarias para asistir a las poblaciones afectadas".
El primer ministro, Matteo Renzi, ha visitado la ciudad de Camerino, una de las más afectadas por el movimiento telúrico, y llamó a llevar a cabo la reubicación de sus habitantes y la reconstrucción de la zona con la mayor celeridad posible. Renzi aseguró que el compromiso de su Gobierno es decir "no a las tiendas" debido a la proximidad del frío.
"No podemos imaginar que estas personas pasen el invierno en tiendas, estamos en octubre. Hay que ver qué se puede hacer en los próximos días", apuntó el jefe del Gobierno. De este modo, el corazón de Italia ha revivido la pesadilla del pasado 24 de agosto, cuando perecieron entre los escombros 297 personas, solo que en esta ocasiones no ha habido muertos y se han registrado pocos heridos. Los daños han ido a parar más bien al patrimonio cultural de esta región, que permanece alerta ante nuevos movimientos sísmicos.
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