La retirada de los Conguitos del bar del Parlament catalán ha puesto en evidencia un conflicto cada vez más común en el mundo del marketing: la tensión entre la identidad histórica de una marca y las sensibilidades sociales contemporáneas. A pesar de que la icónica marca ha renovado su imagen para esquivar críticas por racismo, la controversia sigue latente, especialmente por el nombre, que evoca sus inicios con representaciones estereotipadas de personas africanas.
Conguitos nació en 1961 con una estética que hoy sería impensable: figuras negras, con lanzas, labios gruesos y vestidas en tribu. A lo largo de los años, la marca ha intentado suavizar esa imagen, con cambios importantes en los 2000, cuando eliminaron las lanzas, y en 2010, con un rediseño significativo que modificó el aspecto de la mascota. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el nombre sigue evocando esa iconografía problemática.
Basha Changue, activista y miembro de la comunidad negra africana en España, destaca que el problema radica precisamente en el nombre. "El nombre sigue siendo el que es, y muchas de nosotras hemos sido llamadas 'conguitos' a lo largo de nuestras vidas. Eso perpetúa un estereotipo racial que la marca no ha sabido desligar", afirma.
Desde la perspectiva del marketing, este tipo de dilemas representan un reto importante. Beatriz Cuevas, coordinadora del grado de Publicidad en EUSA, explica que cambiar el nombre de una marca tan arraigada podría suponer un costo altísimo, no solo en términos financieros, sino también en la lealtad del consumidor. "El rebranding completo no es una decisión sencilla. Para una marca con tanta historia, cambiar de nombre podría diluir su identidad, además de implicar costes económicos y operativos inasumibles", argumenta.
Aun así, los expertos en marketing saben que ignorar este tipo de controversias puede conllevar un alto precio en términos de reputación. Las marcas están cada vez más presionadas para ser socialmente responsables, y los consumidores exigen cambios que reflejen los valores de inclusión y respeto. Marcas como ColaCao, que retiró su canción "Yo soy aquel negrito", o H&M, que tuvo que disculparse y retirar una camiseta con una frase ofensiva, son ejemplos de cómo los fallos de imagen pueden impactar negativamente en la percepción pública.
En el caso de Conguitos, el dilema está en sí, deben priorizar la herencia de marca o adaptarse a las demandas de una sociedad en evolución. Por el momento, la marca ha optado por mantener su nombre, pero el riesgo de sufrir un daño reputacional mayor persiste.