Carlos es un niño de siete años con autismo que "gestiona mal las crisis", tal y como cuenta su madre, Cristina Gabarda. El niño tiene lo que se conoce como 'episodios de escapismo'. "Se suelta, sale corriendo, y puede cruzar una avenida", indica la madre.

Entre los niños con TEA, también son habituales las crisis que pueden llevar a autolesionarse. Por ello, son tan importantes, según defienden, los perros como Chipirón, que está en la etapa final de su entrenamiento como perro de asistencia para niños con TEA. "Lo que hacemos es que el niño va atado al chaleco del perro con unas anillas, y en caso de fuga, el perro se tumba y bloquea la conducta de fuga", señala Olivia de Matteis, directora de la asociación 'DogPoint'.

Además, el perro también interviene en casos de crisis, tal y como explica Olivia de Matteis: "Dependiendo del tamaño del peque y cómo sea, puede ser chupándole la cara, dándole besos, saltándole encima con niños más mayores, con un abrazo, o con presión".

A Chipirón le están entrenando en DogPoint, y es un proceso largo, de un año, en el que una familia voluntaria le ayuda a que se acostumbre al día a día. Tras comprobarse que está sano, se lleva a cabo un entrenamiento de entre 9 y 12 meses, que está valorado en más de 25.000 euros.

"Aquí las familias no pagan nada por esto, sino que recaudamos fondos. La seguridad y la autonomía son un derecho, y no queremos que dejen de pagar terapias", manifiesta la directora de la asociación 'DogPoint'. Ahora, la familia de Carlos busca ayudas para reunir el dinero necesario para poder contar con la ayuda de un compañero como Chipirón. "Nuestro deseo es poder hacer una vida como cualquier familia", expresa Cristina Gabarda.