"¡Es como una piedra! Yo he reventado una rueda y casi me mato". La denuncia nos la hace llegar un vecino de Alcorcón (Madrid) y puede verla en este vídeo de laSexta Noticias. Pisó con su coche un resalte cebreado, pinchó la rueda y casi pierde el control de su vehículo. En el taller le dijeron que no era la primera rueda rota que veían de esta manera. Ni la segunda. Ni la tercera... Desde la implantación de carriles segregados para ciclistas en Alcorcón hace unos meses, los talleres están recibiendo coches con percances similares.

El problema, lo dice él en el vídeo y lo corrobora Javier Olave, director de Contenidos de Ponle Freno, es que si esa situación se da conduciendo una moto o una bicicleta, las consecuencias pueden ser fatales. Las mismas que generan las "aletas de tiburón" que también se usa en algunas ciudades como Madrid para delimitar carriles.

Porque estos resaltes son como adoquines, duros como piedras. Eduardo, conductor, nos contaba que ha pasado por encima de ellos con su furgoneta, haciendo que el vehículo ha dado un salto y que ha supuesto un golpe fuerte al amortiguador: "Cuando te cruzas con un camión u otro vehículo y te orillas un poco sin darte cuenta, te la has pegado".

En el taller de Alcorcón en el que Diego Félix es encargado, Carrocerías 2008, han visto varios casos parecidos originados por distracciones. Varios reventones de ruedas, incluso una rotura de motor, de la que aún encontramos en la Ronda Naciones Unidas las huellas: una mancha negra del vertido de aceite que ocasionó la rotura del cárter. Y cerca de este rastro, observamos cómo muchos de estos resaltes están llenos de muescas, mordeduras ocasionadas por golpes de ruedas y carrocerías. También encontramos algún tapacubos abandonado a su suerte.

Javier Martín Zapata, dueño de Motor Garage Racing de Alcorcón, también nos confirma que a su taller ha llegado algún amortiguador doblado y varios reventones de ruedas.

Es posible que estos pivotes ya hayan llegado a su ciudad. Los hemos visto en Zaragoza y en Madrid capital. Cuando hemos preguntado al Ayuntamiento de Alcorcón el por qué de su elección, nos han respondido que es un elemento segregador eficaz. Que evita que los coches terminen la tentación de meter rueda en el carril bici. Que es efectivo, porque protege a los ciclistas. Y que no debería ser lesivo si vamos atentos a la conducción y a la velocidad permitida en la vía. El efecto en nuestra conducción, dicen, es el mismo que si pisamos un bordillo. Y que no por ello dejan de existir los bordillos.

Javier Olave, director de Contenidos de Ponle Freno, de nuevo es tajante cuando le explicamos esta razón: afirma que estos elementos defienden el carril, pero poniendo en peligro a ciclistas y motoristas. Y se pregunta: "¿Qué pasa, que si uno de esos conductores no cumple las normas queremos generarle lesiones en una caída de bici o de moto? No tiene sentido".