En 2014 el médico diagnosticó esta enfermedad a Carter, que veía como cada vez se le hacían más grandes unas manchas blancas alrededor de los ojos.

"Estaba en una escuela grande con una gran cantidad de niños y su cara se transformaba muy rápidamente", ha declarado Stephanie Adcock, la madre del niño.

A raíz de esto Carter empezó a sentirse mal con su cara y con las manchas que aparecían en su cuerpo, hasta el punto de caer en una profunda depresión. Esto provocó que perdiera la confianza en sí mismo y que se quisiera esconder de la gente.

"Lo primero que me decía cuando se subía al coche era que odiaba su cara y cómo se veía" señaló Stephanie en una entrevista a 'ABC News'.

Carter sufría mucho y su vida no era nada fácil, por lo que su madre decidió buscar en Internet a alguien que sufriera la misma enfermedad y encontró en Instagram a Rowdy, un perro labrador que también había sido diagnosticado con vitíligo.

"Leí que Rowdy tenía vitíligo y me asombró. Cuando se lo enseñé a Carter estaba muy emocionado por ver que el perro era famoso por su misma enfermedad" confesó la madre.

Rápidamente Carter y su madre se pusieron en contacto con la dueña del famoso perro y entablaron una relación de amistad que ayudo al niño a superar su depresión. El niño veía su reflejo en el perro y comprendió que no pasaba nada por tener manchas en la cara.

"En realidad, era un cambio de vida para él. Cambió su infancia para mejor, fue un regalo que no le habían podido dar. Tenía que ser ruidoso, tenía que ser un perro" confiesa la mamá de Carter.

Los dos son ahora muy amigos y la madre de Carter publica en Instagram imágenes y vídeos de los dos jugando y compartiendo momentos del día a día. Tanto es así que Carter ha pedido volver a la escuela tras un periodo en el que estuvo ausente.