En menos de 24 horas, ha habido cuatro víctimas de la violencia machista: dos niñas y dos mujeres. Triste récord de violencia machista que no debe olvidarse y que tiene que ser una prioridad de la agenda política y en la de aquellas instituciones entre cuyas obligaciones están las de proteger y defender a los más débiles.

Muy pronto, de madrugada, dos hermanas de tan sólo tres y seis años eran asesinadas por su propio padre, que ya había amenazado con matar a las niñas y a la madre. Apenas hacía un año que ésta se había separado del parricida, según han narrado personas de su entorno.

El asesino, de 48 años y que tras cometer el crimen se ha suicidado, estaba pendiente de juicio y sobre él existían denuncias por presuntas amenazas a su expareja a la que no le pasaba la pensión que le correspondía para el cuidado de sus hijas.

Según el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, constaban dos procedimientos contra el presunto asesino: uno por amenazas y otro tras un parte médico, pero habían sido archivados a petición del fiscal y de la madre de las niñas.

Además, la diligencia policial de valoración de riesgo de la víctima arrojó un resultado bajo. Horas más tarde, en Maracena (Granada) una mujer de 39 años era apuñalada hasta la muerte por su expareja, de 49 años.

La asesinó en el domicilio de ella y la encontraron tendida en medio de un gran charco de sangre. A su lado su asesino, que fue detenido. Tenían un hijo de 12 años.

Poco después del mediodía, la Ertzaintza localizaba en una vivienda de Bilbao el cuerpo sin vida de Maguette Mbeugou, una joven madre de origen africano que tenía dos niñas de menos de cinco años.

Su asesino la había degollado delante de ellas. La principal hipótesis: violencia machista. A media tarde la Ertzaintza ha detenido en la localidad guipuzcoana de Mutriku a la pareja de la víctima como presunto asesino.