El desmadre se apoderaba del Hotel Palma Bellver durante las últimas horas de estancia de los 249 jóvenes que permanecían allí confinados por, presuntamente, estar relacionados con el macrobote generado en la isla por un viaje de fin de curso.

Al malestar de la mayoría de ellos por tener que pasar una cuarentena lejos de sus casas se unía la voluntad de fiesta. Por las noches los balcones se convertían en discotecas en las que el alcohol llegaba en ascensores improvisados.

Con la ayuda de algunos viandantes, los jóvenes conseguían subir con sábanas y toallas anudadas cubos de bebidas alcohólicas a sus habitaciones. Otros, pintaban en la fachada palabras como "negativos" o "libertad".

La situación se descontrolaba. De hecho, anoche se podía ver cómo dos estudiantes abandonaban el alojamiento con sus maletas sin que nadie les dijera nada, y con la férrea defensa de una mujer, que les alentaba a continuar su camino. En total, los casos positivos por este megabrote en toda España superan ya los 1600.