Natalie y Manuel tuvieron que vivir la terrible experiencia de ver que su hijo Oliver falleció cuando todavía quedaban semanas para que naciera. Apenas tuvieron una hora para despedirse de él. Fue entonces cuando decidieron que podrían evitar que otras familias pasaran por lo mismo y pusieron en marcha una recaudación de fondos para donar cunas de abrazos, unas cunas refrigeradas para que los padres puedan permanecer junto al bebé fallecido más tiempo del que es posible ahora.

Ya han conseguido sendas cunas para los hospitales de Jerez y Puerto Real y su campaña el Legado de Oliversigue abierta para llegar a más hospitales. Un ejemplo más de que, cuando hablamos de humanizar los procedimientos sanitarios, las iniciativas ciudadanas van por delante.

La muerte fetal, el aborto espontáneo o tener que interrumpir el embarazo por razones médicas se convierten en un trauma cuando los protocolos sanitarios no acompañan ese dolor o la madre tiene que incorporarse al trabajo días después. Una situación que puede cambiar si se escucha el reclamo de las asociaciones de duelo gestacional, que piden unos protocolos humanizados y unas bajas remuneradas para los casos de aborto.

El Congreso de los Diputados está trabajando en una proposición no de ley presentada por el grupo Popular, que tiene como objetivo instaurar un permiso retribuido para las mujeres que sufran un aborto espontáneo, así como a sus parejas, e instaurar un protocolo sanitario y psicológico de apoyo. Quieren seguir la estela de Nueva Zelanda, que aprobó en 2021 un permiso remunerado de tres días por pérdida gestacional en cualquier momento del embarazo.

Se considera aborto espontaneo a la muerte embrionaria o fetal antes de las 20 semanas de gestión, si bien la iniciativa quiere extender el permiso a cualquier etapa del embarazo, precisamente para cubrir este apoyo a la pareja de la madre. Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2019 (últimos datos disponibles) se produjeron 47.255 abortos espontáneos.

En palabras de Margarita Prohens, diputada popular que ha presentado la iniciativa, se trata de romper la "soledad" de las mujeres que pasan por una pérdida perinatal", así como el "tabú" que existe en la sociedad al respecto.

Pero para las asociaciones, esta medida se queda corta.

Desde la Federación Española de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal (FEDUP), piden ampliar a todos los supuestos de pérdida gestacional y no quedarse solo en las pérdidas espontáneas. Para Montse Robles, "todas las pérdidas necesitan una recuperación sea física o emocional", ya que el aborto voluntario, sea por razones médicas o por otras circunstancias de la madre, puede llegar a ser igual de doloroso.

Jillian Cassidy, de la asociación Umamanita, comprende que puede ser "muy complicado" marcar las pautas y los límites desde un punto de vista administrativo, pero advierte de que diferenciar unos abortos de otros es "entrar en un terreno muy pantanoso": "Hay una tendencia a comparar los duelos y a crear jerarquías", algo como determinar que una pérdida es más o menos dolorosa que otra. Abortos de primera, o de segunda.

"El duelo es personal y afecta de forma distinta a cada una", apunta Cassidy, fundadora de esta asociación, y que lleva desde 2007 trabajando en mejorar la asistencia sanitaria en el duelo gestacional.

Personalmente, se muestra desconfiada ante el tratamiento político porque a menudo "se mezclan" las ideologías provida o antiabortistas con el tema de las pérdidas. No obstante, apunta, "cualquier propuesta es positiva si se hace pensando en el duelo de las familias".

Actualmente, cuando la muerte del feto ocurre después de los 180 días, las mujeres tienen el derecho a las 16 semanas de permiso de maternidad remunerado igual que el resto de madres. No sucede así con el otro progenitor, y eso es también un cambio que introduciría esta propuesta, que se ha debatido este miércoles en la Comisión de Igualdad de la Cámara Baja. El fondo de la propuesta cuenta con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, aunque la medida todavía se encuentra en proceso de debate y se plantearán enmiendas. No se ha llegado a concretar aún si esa baja constaría de una número de días fijo, por ejemplo.

Hay otros casos en los que el embarazo supone un riesgo para la salud de la madre, o cuando el feto presenta graves anomalías o enfermedad grave o incurable o incompatible con la vida y, en consecuencia, la recomendación médica es interrumpir el embarazo. Esos casos, por duros y difíciles que sean, entran en la estadística de interrupciones voluntarias. De estos se producen unos 9.000 al año en España, y cerca de 90.000 contando con los producidos por voluntad de la mujer, sean motivos médicos o personales.

Son menos de la quinta parte de los espontáneos, como vemos en el siguiente gráfico, pero suelen producirse en torno a la semana 20 de gestación, lo que conlleva una fuerte afectación para la madre, que lleva al menos cuatro meses siendo consciente de su maternidad.

Las interrupciones del embarazo por motivos médicos cayeron un 9% entre 2015 y 2019, y un 11% solo en el primer año de la pandemia, datos que van en consonancia con la caída de embarazos.

Formación para acompañar en el duelo

Además, del permiso, la propuesta pretende aprobar un protocolo en coordinación con las Comunidades Autónomas, los profesionales sanitarios y las asociaciones de pacientes, que ofrezca "recursos de acompañamiento previo, así como atención, y asistencia psicológica, con formación especializada de los profesionales que lo van a desarrollar", para las mujeres y sus familias en el proceso de muerte y duelo gestacional y perinatal.

También el Ministerio de Igualdad anunció que introduciría el duelo perinatal en su modificación de la Ley del Aborto. Unos protocolos sobre los que llevan años trabajan en las asociaciones citadas directamente con las familias y que ven totalmente necesario, sobre todo en lo que respecta a la formación de los profesionales en el tratamiento del duelo.

En el ámbito regional, también las Cortes de Castilla-La Mancha aprobaron una propuesta para diseñar una estrategia que incluía reforzar la formación de profesionales sanitarios en este ámbito, así como apoyo psicológico y médico específicos para las familias que lo sufran.

Además, apunta Robles, quieren pedir a la administración la inclusión en todos los hospitales de las cunas frías o cunas de abrazos, como las que Natalie y Manuel hubiesen querido tener: "La evidencia científica nos dice que los papás necesitan tiempo", apunta Robles.

Se trata, dice, de evitar que esa experiencia "dolorosa" se convierta en "traumática", si se consigue un proceso "respetuoso y acompañado".