Un estudio de la Universidad de Colorado (CU) ha descubierto que realizar diferentes actividades domésticas, como cocinar o limpiar, aumenta la contaminación del hogar.

Por ejemplo, al hervir agua o hacer tostadas se generan niveles significativos de químicos volátiles y particulados dentro de nuestras casas, lo que provoca que el aire del interior se equipare a una ciudad muy contaminada.

Además, los productos químicos en el aire que se originan dentro de una casa no permanecen allí: los compuestos orgánicos volátiles (COV) de productos como el champú, el perfume y las soluciones de limpieza finalmente se escapan al exterior y contribuyen a la formación de partículas finas y ozono.

La investigación demuestra que las tareas cotidianas son una fuente de contaminación atmosférica mucho mayor que los automóviles y camiones.

En 2018, la investigadora del estudio Marina Vance co-dirigió la campaña de campo de HOMEChem, que usó sensores y cámaras avanzados para monitorear la calidad del aire interior de una casa fabricada de 111 metros cuadrados en el campus de la Universidad de Texas, en Austin.

Los resultados, aún por contrastar, revelaron que en apenas un mes realizando actividades del hogar, incluida una cena para el día de Acción de Gracias, originaron niveles importantes de toxinas, benceno y cetonas.

Para sorpresa de su equipo, las concentraciones en interiores medidas fueron lo suficientemente altas como para que sus instrumentos sensibles debieran recalibrarse casi de inmediato. "Incluso el simple hecho de hacer tostadas elevó los niveles de partículas mucho más alto de lo esperado. Tuvimos que ir ajustando muchos de los instrumentos".

Según Joost de Gouw, profesor visitante del Instituto de Cooperación de Investigación en Ciencias Medioambientales (CIRES) de la CU Boulder, las regulaciones sobre automóviles habían reducido las emisiones derivadas del transporte en las últimas décadas, mientras que la importancia relativa de los contaminantes químicos de los hogares solo había aumentado.

"Originalmente hubo escepticismo acerca de si estos productos contribuyeron o no a la contaminación del aire de manera significativa, pero ya no. En el futuro, debemos reenfocar los esfuerzos de investigación en estas fuentes y brindarles la misma atención que hemos prestado a los combustibles fósiles", concluye.