Suena el timbre y, con él, comienza la función: una marabunta de chirridos de sillas arrastrándose, cremalleras abriéndose y cerrando lo más rápido posible, seguidas del golpe seco de las libretas dejándose caer sobre las mochilas entra en acción. Esta escena, tan popular, tan horizontal, tan atávica, puede que tenga las horas contadas. Porque el futuro de las escuelas está aquí, y todo pinta bien diferente.

La educación española va a dar un vuelco. O, al menos, así lo pretende el Ministerio de Educación dirigido por Isabel Celaá. Este mismo viernes la titular de la cartera presentó el nuevo currículo escolar que guiará la enseñanza en nuestro país desde el próximo curso. Y, de completarse, la revolución será total.

Tan sólo dentro de unos años, los libros no serán tal y como los conocemos. Chao a las aulas llenas de pupitres, todos apilados en cuadrícula. Y, sobre todo, se acabó el memorizar y convertir la educación en una enciclopedia.

El siglo XXI, la globalización e internet han venido para quedarse en nuestras aulas. Pero eso sólo será si, efectivamente, toda la estrategia y política educativa que conlleva un cambio de estas características se mantiene: según afirman los expertos consultados por laSexta, son necesarios tanto una inversión presupuestaria milmillonaria… como la voluntad. Porque los cambios no serán de un día para otro, sino que habrán de ser desplegados durante una década.

Nuevas asignaturas y aprender por proyectos

El primer paso de este modelo, novísimo en nuestro país pero no así en el entorno europeo, se instaurará desde el curso 2022-2023. Está basado en "el aprendizaje de competencias" y homologa, así, en palabras del propio Ministerio, el sistema educativo español con la "vanguardia europea e internacional". Esto es: miramos a Portugal, Gales, Escocia, Finlandia o la provincia canadiense de Quebec para establecer cómo estudiarán nuestros niños.

Pero, realmente ¿cómo será la escuela del futuro si efectivamente se implementan los cambios?

Las materias cambiarán, y la manera de estudiarlas, también, y muy especialmente. El enfoque será competencial, no memorístico. Se descarga la "excesiva" cantidad de contenidos, que se habrán de estudiar de otra manera y para buscar su adaptación a la vida real. Y el aprendizaje será interdisciplinar: esto es: las asignaturas dejan de ser estanco y se comienza a estudiar por proyectos, mezclando disciplinas.

Ya se terminó con la lista de los reyes godos: ahora toca hablar de comunicación lingüística, matemática y ciencia y tecnología, competencia digital, competencia personal, social y de aprender a aprender. También de saber ser un ciudadano, un emprendedor y de tener conciencia y expresión cultural.

Estudiar ya no depende de uno mismo, sino que, de algún modo, se vuelve un trabajo en equipo. O, al menos, así lo desea el nuevo currículo.

Educación personalizada y al ritmo del alumno

"Cambiarían los espacios, cambiarían los tiempos, cambiaría el enfoque. En definitiva: cambiaría todo", sonríe en una charla con esta cadena Alonso Gutiérrez, docente de secundaria y responsable de Estudios de la Comisión Estatal de CCOO.

Las escuelas serían más abiertas. "Lo que entendemos por un aula no existiría, los alumnos podrían moverse dentro de su espacio educativo trabajando por distintos talleres o espacios", explica Gutiérrez. No habría una hora de Historia, otra de Matemáticas y sucesivamente: los tiempos "se estructurarían con los aprendizajes de los alumnos".

Una educación más personalizada, diseñada para cada pupilo. Porque "más allá de lo que se enseña, lo importante es el aprendizaje", comenta el profesor. "La idea del currículo es para estar de acuerdo, va en la dirección adecuada. No es algo revolucionario, se ha venido intentando esto durante 30 años y cuesta cambiar el enfoque", apostilla Lucas Gortázar, coordinador de Educación de EsadeEcPol y experto educativo.

Nuevas plantillas y alumnos para el mundo real

El problema es que la política educativa tiene que ser de consenso, y sostenida en el tiempo; algo que no parece casar con lo que se vive en el Congreso de los Diputados de un tiempo a esta parte. La renovación efectiva de la educación en nuestro país conlleva, para empezar, la estabilización de las plantillas de docentes -reduciendo la interinidad- y la potenciación de la enseñanza pública. Porque la coordinación entre áreas no se puede gestar a un par de meses vista del inicio del curso.

Y todo esto, claro, la educación pública de calidad, cuesta dinero. "Desde los años de los recortes hemos perdido más de 9 mil millones de euros en inversión presupuestaria", denuncia el responsable de CCOO.

"El nuevo modelo educativo va a alejarse de esa imagen académica, porque eso ya no existe en la realidad cotidiana", incide Gutiérrez. "El mundo real se mueve por trabajos colaborativos. Internet nos ha abierto al mundo y podemos estar trabajando con equipos de personas que pueden estar en Bélgica, Sudáfrica o Alemania".

A sus ojos, "eso tiene que trasladarse a la escuela y formar esa capacidad de convertirse en ciudadanos críticos, ciudadanos del mundo. Que salgan de la escuela con una vida real. Que sepan aplicar esas competencias y contenidos los alumnos".

1 de cada 4 alumnos españoles no tiene título básico

El panorama actual dibuja unos alumnos complicados en nuestro país. Casi 1 de cada 4 estudiantes no completa la educación básica (la conocida ESO) y, por tanto, no cuenta con ninguna titulación. Tampoco las cifras de repetición de curso son buenas y el porcentaje es similar: casi 1 de cada 4 alumnos, a los 16 años, ha repetido algún curso. A ello se suma que España tiene la mayor tasa de abandono escolar de nuestro entorno, a excepción de Malta.

"Es necesario un proyecto educativo que impregne todo el centro. No es tan importante el profesorado, sino el centro, que es el que tiene que cambiar en su estructuración. Salir del impasse de un profe, un aula, un libro. Eso tiene que cambiar", sintetiza Alonso Gutiérrez.

Modelo comprensivo vs. modelo de los palillos

Visto lo visto y los planes del Ministerio, Lucas Gortázar advierte: "Me dan miedo dos cosas: una, que el proceso de elaboración de momento es a puerta cerrada, con catedráticos, sin participación abierta; dos, que el resultado es un texto muy farragoso, muy teórico. Quienes no estamos en la pedagogía y psicología de la educación no comprendemos bien en qué queda todo. Hay que comunicar de manera sencilla aunque los conceptos sean complejos".

"Falta divulgación. Da miedo pensar cuáles son las siguientes fases: ¿Cómo se va a participar a los centros? ¿Cómo se va hacer? Siempre se peca de mucha teoría y poca implementación y participación, ¿qué se va hacer? Siempre nos vamos por las ramas", se lamenta el experto. "Si no hay plan, por muy buena que sea la idea, va a fallar".

El modelo diseñado por Isabel Celaá forma parte de lo que en los entornos educativos se han venido a llamar 'modelos comprensivos de éxito', frente a otro tipo de enseñanzas, también con buenos resultados, que se conoce en el argot como 'modelo cultura de los palillos', que es lo que se imparte en países como Corea o Hong-Kong, que se encuentran en el top de los ránkings educativos.

50% de materias decididas por el Gobierno, 50% las comunidades

"El cambio curricular es una misión imperativa. Nos jugamos mucho. España tiene que ocupar posiciones de vanguardia en el proceso de cambio educativo y convertirnos en referentes, como hemos logrado en otros ámbitos. Y tenemos que hacerlo en términos de excelencia y equidad, sin dejar a nadie atrás", considera Celaá, y así lo aseveró durante la presentación del documento de líneas maestras.

La nueva Ley de Educación (LOMLOE), aprobada a finales del año pasado, fija el marco para el desarrollo de un nuevo modelo de currículo acorde con la adquisición de competencias, que sea abierto, flexible, con una estructura manejable y mejor integrada, al servicio de una educación inclusiva y que valore la diversidad. El Ministerio de Educación y Formación Profesional comenzó a trabajar hace meses en el diseño del nuevo currículo y de su elemento central, el Perfil de Salida de la Educación Básica, que identifica las competencias clave que todos los alumnos y alumnas deben haber adquirido y desarrollado al término de la educación obligatoria.

Esos conocimientos mínimos que conforman el centro del nuevo currículo se reparte de diferente manera dependiendo del lugar de España en el que el menor esté escolarizado. En aquellas comunidades autónomas con lengua cooficial, este básico -estatal, implantado desde el Ministerio- ocupa el 50% del horario escolar, tal y como se recoge en los Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas, en virtud de los establecido por la LOMLOE.

Para las regiones sin lengua cooficial, el número de horas de este básico sube: representa el 60%. El resto de jornada lectiva se completa con aquellos conocimientos y capacidades que decidan las comunidades autónomas por sí mismas -dado que son las que cuentan con las competencias- y, en un 5%, por lo que opten autónomamente los propios centros docentes, adaptados a las etapas y ciclos de la vida escolar.

Las competencias adquiridas en estas ‘nuevas asignaturas’ gozarán de tres dimensiones -cognitiva, instrumental y actitudinal- y su adquisición derivará en la completación del resto de materias y, finalmente, en la consecución de objetivos finales. Los exámenes, lo más temido por los alumnos, también serán diferentes. Si es que, efectivamente, todo esta revolución sucede y no se deshace en unos años.