Hay trabajadores para los que su nariz es su principal instrumento de trabajo. Si pierden el olfato, pierden el empleo. Es el caso, por ejemplo, de sumilleres, cocineros o perfumistas.

Sin embargo, su profesión no les ha librado del COVID. Algunos de estos trabajadores se infectaron y perdieron el olfato y, aunque ahora lo han recuperado, ya no huelen como antes. Se llama 'anosmia', y es una de las secuelas del COVID. En casos graves, esta falta de sensibilidad puede durar más de seis meses y hacerse irreversible.

Carmen Garrobo, directora de la Escuela Española de Cata, es una de las afectadas. Dos semanas antes del primer estado de alarma, en marzo de 2020, detectó el primer síntoma: "De repente vi que no olía nada y no tenía mocos". Padecía COVID y durante dos semanas perdió el olfato por completo. "Me daba lo mismo beber leche que agua o vino, no distinguía el uno del otro", ha explicado.

Para ella, sumiller experta en Cata y Análisis sensorial de productos agroalimentarios, la anosmia es una de las patologías más graves que pueden padecer. "Nuestra nariz es sagrada, no se puede tocar", ha destacado Córdoba.

La anosmia afecta a un 85% de los pacientes que sufren coronavirus. Entre ellas Elena Hermoso, otra sumiller que padeció los mismos síntomas. En la Escuela Española de Cata, cuenta que perder el olfato le impedía trabajar.

Los trabajadores del sector del perfume o la hostelería son también de los más afectados. Martín Coronado, chef y sumiller, asegura que "a la hora de estar en una cocina te guías por el olfato". Cocinar, dice, es como una "coreografía" en la que se necesita gusto, oído y vista.

De entre los cientos de personas de estos sectores que padecieron COVID y sufrieron anosmia, hay quienes sufrieron secuelas graves. Según explica Carmen Córdoba, una de sus compañeras llegó a estar cinco meses sin olfato: "El médico le dijo que si estaba seis meses tenía el peligro de no recuperarlo", ha explicado.

Incluso, es habitual que cuando consiguen recuperar el olfato los olores dejan de ser iguales. Según ha explicado la experta, ese paciente aún nota que no tiene el 100% de su sensibilidad olfativa. Una secuela que, de no revertirla, puede abocarles a la invalidez y truncar sus carreras.