Desde el inicio de la crisis, la organización sanitaria ha mantenido medidas básicas como la higiene de manos o cubrirse al toser y estornudar; también algunas recomendaciones para los estados sobre cómo prepararse ante el nuevo coronavirus. En cambio, la OMS no se ha mostrado contundente en las recomendaciones logísticas, como las medidas de confinamiento o de restricciones de los viajes, que han sido parte importante de la reacción de los Gobiernos para evitar los contagios.
Como organismo sin poder ejecutivo, y alojada en el seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU), su labor se erige como una mera asesora en cuestiones de salud global que no suele cuestionar las decisiones políticas de los estados. Pero, precisamente por ser considerada la mayor referente en cuestiones de salud se convierte, a menudo, en el foco central de las críticas.
Aun así, y debido al avance de los estudios, hay recomendaciones que han ido modificando a lo largo del tiempo y que continuarán haciéndolo hasta que se consiga saber lo suficiente sobre el virus. Analizamos alguno de los cambios de parecer que ha tenido la OMS durante la evolución de la pandemia, así como las principales flaquezas evidenciadas durante su gestión.
La cantidad de personas contagiadas por coronavirus
Las primeras semanas, desde lo que la organización sanitaria denominó en un primer momento una nueva "neumonía de origen desconocido", la información sobre el número de casos positivos fue bastante imprecisa. El 5 de enero, la OMS publicaba las primeras cifras del brote: 44 personas contagiadas, 11 de ellas graves. Unos datos que varían y crecen solo unas horas más tarde, en el primer comunicado de la organización: "59 casos, de los cuales 7 están gravemente enfermos".
No es hasta una semana después, el 12 de enero, cuando conocemos nuevos datos: ahora son 41 casos confirmados (ni 44 ni 59) y se confirma el primer fallecido, "un paciente con afecciones médicas subyacentes graves", explican.
Pero no es la única vez que hemos visto un extraño baile de cifras en los casos contabilizados. Este mismo viernes 17, las autoridades chinas han revisado los datos y elevado de 2.579 a 3.869 las víctimas provocadas por la COVID-19 en la ciudad de Wuhan, foco de la pandemia, según la agencia estatal de noticias china Xihnua. Un aumento de cifras que muestra que "la ciudad es abierta y transparente, y que los datos son precisos", aseguran.
Las sospechas hacia China han sido constantes desde el comienzo. Con esta última actualización de cifras, el total de fallecidos en el país asiático por COVID-19 alcanza los 4.632. Hasta ahora, y siendo el país en el que estalló el brote, solo había confirmado 3.342 muertes, frente a los más de 19.000 que suma ya España, los 22.000 de Italia y los cerca de 35.000 fallecidos confirmados en Estados Unidos.
Tan solo unas horas antes, Francia y Reino Unido se habían unido a las acusaciones de Estados Unidos sobre la falta de transparencia de China. Sin embargo, la OMS no quiere hablar de falta de transparencia ni en China ni en ningún otro país y atribuye los cambios en las cifras a "las limitaciones naturales" de la situación actual, en la que los sistemas sanitarios están "abrumados" y tienen dificultades para compartir la información "minuto a minuto", explicó el director ejecutivo de la OMS, Mike Ryan, en una rueda de prensa.
La transmisión del virus: ni asintomáticos ni aérea
Al localizar al patógeno como un coronavirus, la OMS utiliza la experiencia previa en anteriores epidemias como la del SARS o el MERS para saber más sobre el nuevo virus. El 12 de enero, la organización afirma que la posibilidad de que los casos salgan de la zona en la que se origina el brote son escasos, y que no hay constatada "una transmisión significativa de persona a persona". Sin embargo, el 13 de enero se documenta el primer caso de coronavirus confirmado en Tailandia.
Al día siguiente se produce una contradicción en las comunicaciones que hace la OMS sobre este punto. Basándose en la información que le aportan las autoridades chinas, continúa diciendo que no hay "pruebas concluyentes" de que el nuevo coronavirus se transmita entre personas. Sin embargo, horas después, la jefa técnica de la OMS señala que es posible que se produzca "una transmisión limitada entre humanos" y que existe el riesgo de un posible brote más amplio. Finalmente, a finales de enero, la OMS asegura que el contagio entre personas es posible.
A día de hoy, se sabe que la principal forma de propagación del virus se produce a través de las gotículas respiratorias expelidas al toser y que pueden depositarse en las superficies, por lo que el riesgo de que alguien que no presente ningún síntoma contagie la enfermedad es muy bajo, según la OMS.
Pero se continúan barajando todas las posibilidades y, a pesar de que todavía no hay pruebas de ello, hay varias líneas de investigación abiertas para saber si es posible una transmisión aérea del virus. Sin embargo, ninguno de los estudios hasta la fecha puede demostrar que el aire "contenga virus vivos que se puedan contagiar", explica la OMS.
La existencia de casos asintomáticos es otra de las preocupaciones sobre la propagación del coronavirus. Hasta la fecha, la organización sanitaria no ha documentado ninguna persona con la COVID-19 que sea "verdaderamente asintomática", aún así no excluyen la posibilidad de que pudiera darse esta situación. De nuevo, la investigación continúa en marcha y las recomendaciones van variando en función de la evidencia científica.
No hacer acopio de material sanitario si no es necesario en ese momento
A principios de febrero, la OMS alertaba sobre la escasez de equipamiento de protección para los trabajadores sanitarios que luchaban contra el COVID-19 en primera línea debido al aumento desmesurado de la demanda. Y aprovechaba la situación para pedir a los países en los que la transmisión del virus era baja o inexistente que no hicieran acopio de material.
"¿Nuestros trabajadores de salud tienen la capacitación y el equipo que necesitan para mantenerse a salvo?"
En ese momento, España solo contabilizaba dos casos positivos por coronavirus y seguía las recomendaciones de la OMS en función de su escenario: detener la transmisión y evitar la propagación.
Tres semanas después, el 27 de febrero, el virus se había expandido y los casos se contaban por miles tanto en China (más de 80.000) como fuera de ella (casi 4.000), y la OMS hacía que los países se planteasen varias cuestiones para hacer frente a la crisis: "¿Tenemos una unidad de aislamiento lista para funcionar? ¿Tenemos suficiente oxígeno médico, ventiladores y otros equipos vitales? ¿Nuestros trabajadores de salud tienen la capacitación y el equipo que necesitan para mantenerse a salvo?", se preguntaba el máximo representante de la OMS el 27 de febrero.
No son necesarias las restricciones en los viajes
Desde el estallido del brote, la OMS ha mantenido la misma recomendación con respecto a los viajes: desaconseja la aplicación de restricciones en viajes y comercio.
En los primeros informes publicadosdurante el mes de enero, la organización no hacía ninguna recomendación específica para los viajeros, solamente que siguieran las medidas "habituales" de higiene, sobre todo, ante personas con síntomas de enfermedades respiratorias. Además, alentaba a los viajeros sintomáticos a buscar atención médica y compartir el historial de viaje con su proveedor de atención médica.
En sus últimas recomendaciones publicadas a finales de febrero, la OMS continúa considerando ineficaz la restricción de viajes o comercio para frenar la pandemia, aunque dice que puede resultar "temporalmente útil" en ciertos lugares y en una fase muy inicial del brote. En cuanto a los viajeros, apela a la prudencia para que tanto las personas enfermas como de edad avanzada o con enfermedades crónicas retrasen o eviten viajar a las áreas afectadas y que todas las personas sigan las recomendaciones higiénicas y de distancia personal.
La UE prohibió los viajes no necesarios "para evitar que el virus se propague aún más desde la UE a otros países"
Sin embargo, los países europeos no comparten esta recomendación sobre el movimiento de personas. El 17 de marzo, la Unión Europea, a propuesta de la Comisión, aprobó una restricción de los viajes no esenciales. En esta iniciativa, que contenía algunas excepciones, consideraba esta medida necesaria "no solo para proteger salud pública de nuestras poblaciones, sino también para evitar que el virus se propague aún más desde la UE a otros países". La Comisión considera en su documento que la reducción drástica de viajeros ralentizaría "la transmisión a otros países".
Dichas restricciones se aprobaron inicialmente por un mes, aunque se prorrogaron y siguen vigentes de momento hasta el 17 de mayo. Los trabajadores transfronterizos, médicos, científicos, transportistas así como los nacionales de los Estados miembros que se encuentren fuera del territorio comunitario y quieran regresar a sus países son parte de las excepciones que contempla esta medida.
Además, otros puntos de vista apuntan a que el tránsito de viajeros ha sido un importante factor de transmisión del virus. Es la conclusión que recogía un estudio matemático que publicó laSexta.com, en el que se analizaba cómo los países más afectados por el coronavirus (Estados Unidos, España, Italia y China) hasta ahora son los líderes mundiales en recepción de turistas.
No se recomienda suspender eventos multitudinarios
Al igual que con los viajes y el tránsito internacional de personas, la OMS no considera necesaria la suspensión de eventos multitudinarios, que es precisamente una de las primeras medidas que tomaron los países antes de decretar confinamientos. En su lugar, siempre insisten en que es suficiente con tomar las medidas de seguridad e higiene necesarias, como el distanciamiento social.
No es lo que opinan algunos expertos como el doctor Oriol Mitjà, médico investigador de enfermedades infecciosas y salud global. Desde el comienzo de la crisis sanitaria en España, y como contó en Al Rojo Vivo, Mitjà aboga por aplicar medidas muy restrictivas de prevención para frenar la propagación del coronavirus, entre ellas la cancelación de eventos multitudinarios.
Cabe recordar que la OMS cuestionó la suspensión del Mobile World Congress, el mayor evento mundial sobre móviles que se celebra anualmente en Barcelona. La organización canceló el evento a mediados de febrero y tras numerosas bajas de empresas que habían anulado su participación. Ante esto, la directora de Salud Pública de la OMS, María Neira, indicó en una entrevista en Al Rojo Vivo en que la OMS no había recomendado "la suspensión de ningún congreso ni evento".
En ese momento, y amparados en esas recomendaciones de la agencia de la ONU, tanto el Gobierno de España como la Generalitat también consideraban que no había "motivos sanitarios" para cancelar el evento.
No obstante, a finales de marzo, el director general de la OMS reconocía que algunas de las medidas drásticas tomadas por los Gobiernos, entre ellas la cancelación de eventos, permitían "ganar tiempo y reducir presión sobre los sistemas de salud", siempre matizando que por sí solas no "extinguirían" al virus.
El uso de mascarillas: ¿sí o no?
En los países asiáticos las mascarillas son una medida de higiene personal utilizada de forma habitual durante las alergias y gripes estacionales. Sin embargo, en occidente su uso nunca ha estado extendido en la población.
Ante la propagación del virus y el miedo a un posible contagio, las personas comenzaron a hacer acopio de diferentes tipos de mascarillas a pesar de que la OMS, desde el primer momento, recomendó su utilización solamente en caso de estar enfermo y para el personal sanitario.
La duda ha sido tan recurrente que la OMS ha publicado un informe sobre el uso de mascarillas en el contexto de la COVID-19 en la que aseguran que usarlas no proporciona un nivel adecuado de protección y que tiene que acompañarse de otras medidas más eficientes como la higiene de manos y la distancia social.
La organización asegura que a día de hoy no hay evidencia de que la utilización de la mascarilla por parte de la población sana pueda evitar la propagación del virus. Además, advierte de que su utilización puede crear una falsa sensación de seguridad y que, en caso de que las autoridades sanitarias locales exijan su uso, lo más importante es saber cómo quitarlas y desecharlas de forma correcta.
Las autoridades sanitarias, guiadas por los equipos científicos de todo el mundo, continúan trabajando a un ritmo vertiginoso para encontrar la cura definitiva para la COVID-19, pero este momento, la solución todavía parece estar lejos en el horizonte.
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