A Silvia le detectaron un cáncer de mama a los 48 años. Le dijeron que se podía tratar y que se iba a curar, pero para ella el reto en casa era otro. Silvia confiesa a laSexta que la parte mala era pensar que tenía que contárselo a sus niños. En aquel momento, su hijo tenía 11 años y su hija, 8. Por ello, decidió ocultárselo. "Me equivoqué, me equivoqué totalmente", asegura.

Pocos meses después, cuando se curó tras la quimioterapia, la operación y la radioterapia, se lo contó. Su hija se lo tomó bien, pero su hijo no. "Se enfado muchísimo, él se daba cuenta y me dijo que si le hubiera contado todo, no lo hubiera pasado tan mal", relata ella misma.

Los expertos confirman que para los paciente de cáncer es un gran reto contar en casa el diagnóstico y que los más pequeños entiendan qué va a ocurrir.

"Intentamos que sea un tabú y eso es un gran error", indica Marta De la Fuente Lago, de psicología y psicooncología del MDAnderson Center Cancer Madrid. De la Fuente insta a todos los pacientes a normalizar tener cáncer sin el "estigma".

Un estigma que también pesa cuando el enfermo en casa es el más pequeño, como le ocurrió Marta Brule con su hijo Guillermo. Ella misma confiesa que es difícil de asimilar: "No lo dimensionas tú, como para trasladárselo a tu hijo".

Cuando se lo contaron, dice Marta, llegaron las preguntas y también la primera vez que Guillermo, con 11 años y en el hospital, se vio sin pelo. Su madre todavía recuerda cómo fue el momento exacto. "Lloró y me preguntó si eso era el cáncer, si se iba a morir. Fue un momento complicado", confiesa emocionada.

Por eso, ahora trabaja en el apoyo a familias, para compartir con ellas la información que ella echo de menos y así facilitar el proceso a los pacientes y a su entorno.