"Significa que: oiga usted, yo soy democrático, creo en la democracia, lo que no creo es en la forma en la que ustedes están orquestando esto. Y esa idea es potentísima", afirma José Manuel Robles, profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

Pero los brasileños han conseguido un gol muy importante: en Brasil, el poder ha escuchado las quejas. La corrupción será delito atroz y cambiarán hasta la Constitución. En España también cambiamos la Constitución, pero para que los acreedores cobren antes.

Esta diferencia ha sido fundamentalmente por tres aspectos: en relación a los movimientos sociales, en Brasil hay más tradición. En 2002 la sociedad estalló y promovió la llegada al poder de Lula.

En España despertamos hace sólo dos años. "No hemos llegado aún en España a la acumulación de protesta y movilización social que hubo en América Latina y que permitió cambiar a los gobiernos y por lo tanto las políticas", explica José Manuel Martín Medem, periodista experto en América Latina.

Respecto a la violencia, hay que sacar tarjeta roja a los brasileños. Sus protestas han sido más violentas, causando cinco muertos. Nuestro 15-M es un ejemplo en eso, la forma en la que nos comportamos en el 15-M dio una muestra de comportamiento cívico.

Y por último, foco internacional de Brasil, ya que es ahora la capital mundial del fútbol, pero muchas miradas económicas no lo pierden de vista. "Brasil es el ejemplo más importante de los denominados países emergentes", afirma Medem.

Brasil está en alza, nosotros seguimos luchando para sobrevivir.