La solidaridad disparada durante los días más críticos de la pandemia continúa durante la desescalada, pues son muchos los que todavía siguen necesitando ayuda para cubrir las necesidades más básicas.
En Tarragona, por ejemplo, un grupo de voluntarios carga diariamente los coches hasta arriba de comida, leche, pollo, patatas. Y para las familias que cumplen con el Ramadán, dátiles y muchos huevos.
Son coordinados desde el párking de un supermercado por Aicha, presidenta de Alianza Internacional Sin Fronteras por los Derechos y las Libertades. Entre los voluntarios hay algunos ex menas que desde el inicio del confinamiento reparten comida por los barrios de Tarragona donde, en ocasiones, son recibidos incluso con aplausos.
El dinero lo ponen de su propio bolsillo, y también los medios para hacer llegar el reparto: cuatro coches y una furgoneta repletos de solidaridad. Al entregar las bolsas de comida, siguen un protocolo para evitar los contagios y por ello,en vez de darlas en mano, las tienen que dejar en el suelo.
"Desde el primer día del confinamiento hemos estado ayudando a personas con dignidad que no han podido comprar ni una barra de pan ni una caja de leche para sus hijos", explica Aicha Gourgi.
Frente al teatro romano de Tarragona, una ristra de personas esperan la llegada de los voluntarios. No cumplen los requisitos de los servicios sociales pero el coronavirus les ha dejado sin nada. "Había gente que trabajaba en mercados y son gente necesitada", señala la presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas, que agradece la ayuda recibida.
También lo hace Antoni Miquel, ex autónomo: "No recibo ninguna ayuda de organismos oficial, los autónomos estamos totalmente abandonados y con la pandemia no podemos salir a la calle para hacer alguna actividad que nos ayude".
Y Juan Fernández, presidente de la Asociación Gitana de Camp Clar: "Gracias a la Alianza por el tremendo trabajo que están haciendo hacia el pueblo Gitano. Gracias". "Con estos tiempos difíciles nos están ayudando con alimentos, gracias", reconoce también Jesús Vinyales, presidente de la Asociación Gitana de Sant Salvador.
Las de estos y muchos otros voluntarios de toda España que día a día salen a la calle para evitar que nadie se quede atrás, aunque tapadas por las mascarillas, son las caras de la solidaridad.