La prensa llevaba horas esperando a Cristina Cifuentes en los juzgados madrileños de Plaza Castilla. Primero dentro y luego fuera, en la calle, después de haber sido "inusualmente" desalojados una hora antes de la llegada de la expresidenta a su cita con la Justicia.

Esta es la secuencia de los hechos que han propiciado incluso el malestar de los Juzgados de Plaza Castilla:

Cifuentes entró en coche por el garaje evitando así a los periodistas que se agolpaban en la calle para captar la llegada de la expresidenta. Al finalizar su declaración, la prensa es alertada de que Cifuentes está a punto de salir del juzgado pero del garaje sólo sale un coche negro, con las lunas tintadas y una mujer rubia con gafas de sol sentada en el asiento de atrás.

El automóvil se acerca a los periodistas, que intentan averiguar si dentro va Cristina Cifuentes. Los flashes permiten ver a la mujer que va en el interior: rubia, cabizbaja, con gafas de sol y leyendo unos papeles. El coche se marcha y comienzan las incógnitas de los reporteros: ¿era Cifuentes?

Los cámaras comprueban sus grabaciones y, tras varios corrillos, concluyen que en su interior no iba la expresidenta. Y vuelven las dudas: ¿dónde está la expresidenta de la Comunidad de Madrid?

El coche tardó más de un minuto en salir, una maniobra de distracción con un coche oficial, según fuentes jurídicas, que permitió a Cifuentes salir andando por alguna de las otras salidas de los juzgados, a los que había accedido en coche sin el permiso de la jueza ni del decanato.

Cifuentes esquivó en todo momento la puerta principal donde estaban todos los periodistas. Lo hizo llegando en coche oficial con escoltas que enseñaron su placa policial para así acceder al garaje sin informar a la seguridad privada de los juzgados. Y continuó con su estrategia abandonando a pie el edificio tras despistar a toda la prensa con un coche como señuelo.

Cristina Cifuentes ni siquiera se cruzó con ningún periodista en los pasillos de los juzgados. Una hora antes de su declaración, esos pasillos habían sido desalojados, una medida también inusual para la prensa habituada a cubrir la información de los juzgados madrileños.