Rafa Zouhier, marroquí de 34 años y uno de los condenados por el atentado del 11-M, llegó a España en el año 1994. Aunque desempeñó distintos trabajos, pronto inició su historial delictivo.
En 2001, entró en prisión por tráfico de armas, allí conoció al cuñado de Trashorras, el minero asturiano que les vendió a los terroristas los explosivos.
Durante el juicio del 11-M, Zouhier se mostró altivo y en muchas ocasiones desafiante, una actitud que no le sirvió para evitar la condena: 10 años de prisión por tráfico de explosivos.
Aunque podría haber sido peor para él, la Fiscalía pedía más de 30.000 años de prisión por considerarle una pieza clave en la masacre.