Porque se les ha acabado, insiste la líder de UPyD en una entrevista, ese parapeto que tenían quienes querían romper España, y lo que aparentemente protegía a los nacionalistas en Europa -asegura- se les ha venido abajo.
Ahora, afirma satisfecha Rosa Díez, será la voz de UPyD, con sus cuatro eurodiputados, la que se escuche en la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) y será "la verdad" la que se oiga.
Recuerda, además, que UPyD no sólo está en Europa sino que está con un compromiso y con unas condiciones previas que obliga a los liberales a defender la integridad territorial de los Estados de acuerdo con los tratados europeos, lo que sintoniza con sus demandas políticas.
Aunque para contentar a los dos eurodiputados nacionalistas, que no querían a UPyD ni a Ciutadans dentro de la alianza liberal, se aprobó la creación de un subgrupo de trabajo sobre autogobierno.
Hablando de Ciutadans y su oferta para que ambos partidos se unan y formen la "delegación nacional española" dentro del grupo europeo, Díez deja esa propuesta "de tertulia" para las tertulias puesto que se ha planteado en ese marco.
"No es serio" que se hagan sugerencias políticas respecto de otra fuerza sin plantearlas en firme al partido en cuestión. "No quiere más que publicidad y no le voy a ayudar a hacerlo", dice Díez de Ciutadans.
La distancia entre lo que muchos ven como el aliado natural de UPyD, no parece, por tanto, que se va a acortar por el roce europeo porque, tal como asegura, su partido está en la Eurocámara para hacer política y en ese objetivo sumarán a todos los que puedan, incluidos los dos representantes del partido de Albert Rivera.
Pero para repartir cargos -avisa por enésima vez- "no estamos ni en el Parlamento Europeo, ni en el Congreso ni en la Asamblea de Madrid ni en ninguna otra institución", una rotundidad que despeja cualquier posible duda sobre un eventual pacto electoral con Ciutadans.
Y es que, entre otras cosas, Rosa Díez cree que UPyD está en muy buena forma para afrontar en solitario las citas electorales del año que viene tras constatar que en las pasadas europeas ha logrado la "implantación" en toda España al crecer en todas las comunidades y superar el 8 por ciento del apoyo en más de la mitad de los territorios.
Traducido en términos políticos, significa, según la portavoz, que UPyD está posicionada para ser "determinante" en muchas capitales de provincia y en algunas comunidades importantes, no sólo Madrid, también en Aragón, Asturias y Castilla y León.
Mientras UPyD se ve a sí misma fuerte, parece que el bipartidismo "se resquebraja", señala tras comentar los resultados de las europeas, pero tampoco le da mucha importancia porque para ella entra dentro de la normalidad.
Lo que era una "anomalía" dentro del contexto europeo, apunta, es que sólo había dos partidos con opción de gobernar en la que se daba también juego a fuerzas nacionalistas no nacionales.
Al haber más pluralidad ahora, el panorama político se ha hecho más abierto y esto afecta a los dos grandes partidos, pero el PSOE, además, está sufriendo una "enfermedad propia", que se llama "indecisión" y mueve su discurso de acá para allá, según el lugar en el que hablen.
Hace bastante tiempo, lamenta Díez, que los socialistas dejaron de ser un partido "inequívocamente nacional", con una posición común en toda España y el problema que tienen no se arregla sólo dejando a los afiliados votar al secretario general ni con un cambio de caras y de nombres, explica.
"No se puede elegir al candidato sin tener elegido el rumbo porque está llamado al fracaso", afirma Rosa Díez, quien sugiere a los socialistas que primero decidan "si quieren volver a ser mayores o si van a seguir durante un tiempo comportándose como un partido marginal o qué".
Otra de las cosas que preocupa a la líder de la formación magenta, en clave autonómica, es el modelo territorial y ve urgente decidir de una vez un modelo concreto, "el que sea", pero no los tres que, en su opinión, están vigentes simultáneamente en España y que hacen que el país sea "políticamente inviable".
A su entender, convive, por un lado, el modelo federalista, es decir, el de la España de las autonomías porque éstas gozan de un alto grado de descentralización; un segundo, el confederal, que representan los Estatutos vasco y navarro; y un tercero, que pervive de las Cortes de Cádiz, centralista y del que emanan las diputaciones.
Este batiburrillo, en su opinión, perjudica a los ciudadanos, y urge, por tanto, a "pegar un repaso" a la Constitución y "hacerlo sin miedo y sin mirar a los nacionalistas".
La reforma que necesita España -federal y con competencias esenciales no transferidas, como defiende UPyD- "no es para contentar a los nacionalistas, es a pesar de los nacionalistas".
Y vuelve a la carga contra el PSOE, al que reprocha que no llame a las cosas por su nombre para tener a los nacionalistas de su parte y le emplaza a que diga expresamente que su modelo territorial es el confederal. "¡Plantéelo con claridad, no me hable de federalismo asimétrico!", exclama.