Publicado por el BOE
Declaran Lugar de Memoria Democrática la cárcel de Carabanchel, "símbolo del terror" de la dictadura de Franco
Los detalles La prisión, construida por un millar de presos republicanos en los 40, tenía entre rejas a miles y miles de internos en condiciones infrahumanas. Por sus celdas pasaron hombres y mujeres "perseguidos por su ideología, actividad sindical, orientación sexual o pobreza".

Resumen IA supervisado
El Gobierno ha declarado la antigua prisión de Carabanchel como Lugar de Memoria Democrática, reconociendo su papel como símbolo del terror del régimen franquista. Construida entre 1940 y 1944 con trabajo forzoso de presos republicanos, la cárcel fue un emblema del sistema represivo de Franco. A lo largo de su historia, albergó a miles de presos en condiciones infrahumanas y fue escenario de más de 200 ejecuciones. Carabanchel se convirtió en un microcosmos de la represión, adoctrinamiento y resistencia bajo la dictadura. Ahora, se promoverá la preservación de su memoria, con recursos explicativos y un centro dedicado a la divulgación de la represión franquista y los derechos humanos. Además, otros lugares, como la Real Casa de Correos y el Valle de Cuelgamuros, también han sido reconocidos como Lugares de Memoria Democrática. El proyecto busca resignificar espacios que exaltan el franquismo, promoviendo su reinterpretación.
* Resumen supervisado por periodistas.
El Gobierno ha declarado Lugar de Memoria Democrática la antigua prisión provincial de hombres de Madrid, popularmente conocida como la cárcel de Carabanchel, construida en la década de los 40 mediante el trabajo forzoso de un millar de presos republicano. Durante años, fue un "símbolo del terror del Estado" de la dictadura de Francisco Franco.
Según explica la declaración, recogida en el BOE, la cárcel de Carabanchel fue construida por el régimen franquista para sustituir a la antigua cárcel Modelo de Madrid, destruida en la Guerra Civil. La nueva prisión se levantó entre 1940 y 1944, y fue uno de los emblemas del "sistema represivo" de la dictadura.
Tenía un diseño panóptico, con seis galerías radiales bajo una gran cúpula de hormigón de 32 metros de diámetro. Esto permitía "la vigilancia total" y materializaba "la lógica del control absoluto sobre los cuerpos y las conciencias", reflejando así "la mentalidad autoritaria del régimen".
Además, el centro incluía la Escuela de Estudios Penitenciarios, el Hospital General Penitenciario, un Reformatorio de Jóvenes, un Hospital Psiquiátrico y un departamento femenino.
A pesar de que se concibió para mil internos, la prisión sufrió una masificación crónica y albergó a miles y miles de presos en condiciones infrahumanas. En celdas diminutas, sin calefacción alguna ni higiene. El agua, escasa. Las duchas, semanales. La comida, deficiente. Los abusos de los funcionarios eran, además, frecuentes.
En la cárcel de Carabanchel se llegaron a documentar incluso más de 200 ejecuciones. Entre las víctimas destacan Francisco Granado y Joaquín Delgado, anarquistas ejecutados a garrote vil; Julián Grimau, dirigente comunista, y José Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo y Ramón García, militantes del FRAP. Los cuatro fueron fusilados el 27 de septiembre de 1975, en las últimas ejecuciones del franquismo.
Entre sus barrotes estuvieron numerosas figuras de la resistencia, del sindicalismo y de la cultura española, tal y como detalla el BOE, como Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Miguel Boyer, Enrique Múgica, Fernando Savater, Marcos Ana, Ramón Tamames, Miguel Gila, Nicolás Redondo, Fernando Arrabal o Eduardo Saborido.
Durante la transición, Carabanchel se convirtió en epicentro de las revueltas de la Coordinación de Presos en Lucha, que exigía amnistía, derechos básicos y la reforma del sistema penitenciario. Todos esos movimientos evidenciaron "la continuidad del autoritarismo" en las cárceles españolas. Estos culminaron en el asesinato de Agustín Rueda Sierra, joven anarquista torturado hasta la muerte.
"Control político y moral"
Por su celda pasaron miles de hombres y de mujeres que eran "perseguidos por su ideología, actividad sindical, orientación sexual o pobreza", por lo que la cárcel se convirtió en un "microcosmos de la sociedad española bajo la dictadura". En su espacio convivían "represión, adoctrinamiento y resistencia".
"El valor simbólico de Carabanchel reside en esa diversidad de experiencias. Republicanos, comunistas, socialistas, anarquistas, nacionalistas, artistas, homosexuales, intelectuales... todos castigados por la Ley de Peligrosidad Social. Todos, víctimas del mismo aparato de control político y moral", expresa la norma aprobada por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.
Apenas hay a día de hoy algunos vestigios materiales del antiguo complejo. El pórtico de entrada, un tramo de muro exterior, el antiguo hospital penitenciario, que ahora es el Centro de Internamiento de Extranjeros, y restos subterráneos de celdas y de galerías. Las actuaciones que se desarrollen con esta declaración no se dirigen a su uso original.
En cambio, se va a garantizar la preservación y promoción de la memoria del lugar, reconociendo su significado en la historia reciente de Madrid y de España. Además, el Estado impulsará la realización de recursos audiovisuales y digitales explicativos, además de promover la instalación de placas, paneles o distintivos memoriales interpretativos con una finalidad conmemorativa, de homenaje, didáctica y reparadora. Se va a señalizar como punto de reconocimiento de las víctimas de violaciones de los Derechos Humanos que se perpetraron allí.
El Ministerio de Memoria Democrática, que dirige Ángel Víctor Torres, va a promover que en lugar físico donde estaba la antigua cárcel se halle un centro memorial dedicado al conocimiento y a la divulgación, con perspectiva de memoria democrática, de la represión franquista y de los derechos humanos.
La construcción de la cárcel dio comienzo el 10 de abril de 1940. Inaugurada en 1944, el camino de los internos empezaba por un rapado al cero y por la desinfección con zotal, un insecticida para ganado. Desde allí se les enviaba a los módulos donde convivían con la disentería, el frío y la desesperación. En 2008 la prisión desapareció.
La tapia de la Almudena
Es uno más de los lugares que el Gobierno ha declarado como Lugar de Memoria Democrática. Otro ha sido la tapia de La Almudena que, como dice el BOE, es un escenario "silencioso pero atroz de la violenta política y símbolo del uso del terror por parte del régimen franquista para consolidar su poder".
Destacan que allí fueron fusilados en su mayoría hombres y mujeres que habían sido militantes de partidos de izquierdas, sindicalistas, intelectuales y republicanos que se oponían a la dictadura. Muchos, afirman, juzgados en procesos militares sin las debidas garantías legales.
Además, también han declarado como Lugar de Memoria Democrática la Real Casa de Correos, lugar de la actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Tal y como señala el BOE, lo que fuese la Dirección General de Seguridad durante el franquismo desempeñó un "papel central en la represión política y social durante varias etapas de la historia contemporánea de España, especialmente en la dictadura".
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha dicho en numerosas ocasiones que la declaración de la Real Casa de Correos como Lugar de Memoria sería una "aberración histórica" porque equivaldría a reducir el edificio "al franquismo", etapa en la que funcionó como Dirección General de Seguridad.
Cuelgamuros, el Arco de la Victoria...
En ese sentido, el Gobierno va a elaborar una lista de elementos y calles que serán reconocidos como Lugar de Memoria Democrática. El Ejecutivo, de momento, solo da por hecho que estará incluido el Valle de Cuelgamuros, el mayor monumento franquista de España.
Hay otros muy previsibles, como el Arco de la Victoria en Madrid, erigido entre 1950 y 1955 para rememorar el triunfo de Franco en la Guerra Civil, o el Monumento a la Victoria o Monumento a Franco, una fuente escultórica construida entre los años 1964 y 1966 en Santa Cruz de Tenerife.
El proyecto, en marcha desde 2021, recoge en un mapa interactivo alrededor de 6.000 elementos franquistas, entre ellos 10 monumentos que miden más de 20 metros de alto.
Además, hay seis pueblos en España de nombre franquista: Llanos del Caudillo (Ciudad Real), Alberche del Caudillo (Toledo), Villafranco del Guadiana (Badajoz), Alcocero de Mola (Burgos), Quintanilla de Onésimo (Valladolid) y San Leonardo de Yagüe (Soria), y muchos lugares siguen conservando nombres de calles en referencia a la dictadura.
La ley deja claro que se considerarán como elementos contrarios a la memoria democrática a todos los que exalten a nivel personal o colectivo el golpe de estado de 1936, la dictadura franquista o de sus dirigentes.
Deberán ser las propias administraciones públicas las que adopten las medidas oportunas para retirar dichos elementos, pero establece como excepción a los que cuenten con aspectos artísticos o arquitectónicos protegidos por ley que obliguen a su mantenimiento, como una declaración de bien de interés cultural. Estos no se retirarán, pero deberá haber una mención para su resignificación o reinterpretación, como una placa explicativa.
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