Decenas de miles de muertos y heridos, una devastadora crisis humanitaria y el riesgo creciente de que el conflicto se extienda aún más por Oriente Medio. Es el saldo que deja medio año de guerra y horror en la Franja de Gaza, cuando se cumplen seis meses de los ataques de Hamás del 7 de octubre, a los que Israel respondió con una ofensiva que se ha cobrado ya más de 33.100 víctimas mortales en el enclave palestino.

Una funesta efeméride en la que el Ejército israelí ha anunciado la retirada parcial de sus tropas terrestres, tras meses de sangrientos bombardeos y combates que dejan también cerca de 76.000 heridos, según los últimos balances de las autoridades gazatíes, controladas por el movimiento islamista. Una destrucción implacable que está reduciendo la Franja a escombros y sembrando el hambre entre su población.

Sin embargo, y pese a la acusación de genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU exigiendo un alto al fuego inmediato o el informe de la ONU denunciando la inacción de la comunidad internacional, la guerra no solo continúa, sino que ha reactivado otros frentes en la región, convertida en un avispero.

Así, a los constantes intercambios de misiles entre Israel e Hizbulá en Líbano o los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen en el mar Rojo se suma la amenaza de un ataque iraní, un escenario que tanto Tel Aviv como Estados Unidos dan prácticamente por hecho, tras el ataque contra el consulado iraní en Damasco , Siria.

Precisamente la relación con Washington, el gran aliado de Israel, se ha tensado en estos meses, al punto de que esta misma semana Tel Aviv accedía a abrir dos vías para la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, después de que Joe Biden presionara al primer ministro, Benjamin Netanyahu, para tomar acciones "concretas" que minimicen el daño a civiles y garanticen la seguridad de los trabajadores humanitarios, tras el ataque israelí que mató a siete cooperantes de World Central Kitchen el pasado lunes.

Entretanto, y mientras el temor a ese posible ataque de Teherán va calando entre la población israelí, también la tensión interna va en aumento en el Estado judío, donde en las últimas horas unas 100.000 personas han clamado en Tel Aviv contra el Gobierno de Netanyahu, exigiendo elecciones anticipadas y un acuerdo para el regreso de los rehenes que continúan en manos de las milicias palestinas seis meses después.

Las cifras de seis meses de guerra

El conflicto deja una crisis bélica, humanitaria y sanitaria sin precedentes en el enclave palestino, de 365 kilómetros cuadrados y 41 de largo. Allí, más de 33.100 personas han sido asesinadas en los últimos seis meses, entre ellas 9.560 mujeres y 14.500 niños, según el Ministerio de Sanidad gazatí. Además, hay al menos 7.000 cuerpos bajo los escombros y más de 75.800 palestinos heridos. Israel asegura que unos 13.000 muertos son milicianos, pero Hamás afirma que son la mitad.

En este tiempo, el Ejército israelí ha atacado unos 32.000 objetivos del grupo islamista, que ha lanzado unos 9.100 proyectiles. Del lado israelí han muerto 260 soldados en la ofensiva y suman 604, incluidos los caídos en la agresión del 7 de octubre, que dejó unas 1.200 víctimas. También han muerto 95 periodistas, casi todos palestinos, según datos del Comité para la Protección de los Periodistas, que lo califica como el conflicto "más peligroso" para la prensa.

A su vez, más de la mitad de los rehenes israelíes siguen en Gaza: de los 253 secuestrados el 7 de octubre quedan unos 129 cautivos, una treintena de los cuales ya estarían muertos, según la inteligencia israelí, aunque Hamás eleva la cifra a 70 fallecidos por bombardeos israelíes.

A finales de noviembre, Israel y Hamás acordaron una tregua de una semana, durante la cual intercambiaron 105 rehenes por 240 prisioneros palestinos. Hamás liberó a otros cuatro rehenes en octubre, pero hasta ahora el Ejército israelí solo ha rescatado con vida a tres. Además, ha recuperado una docena de cuerpos de secuestrados, tres de ellos asesinados "por error" por los propios soldados israelíes.

Pese a ser contrario al derecho internacional, Israel viene atacando sistemáticamente los hospitales, aduciendo que Hamás los utiliza como base. En total, 484 sanitarios han sido asesinados y 32 de los 36 hospitales del enclave están totalmente fuera de servicio, según el Ministerio de Sanidad gazatí, además de otros 53 centros médicos. Tras dos semanas de asedio, el Hospital Shifa, el mayor de la Franja, quedó el lunes totalmente inoperativo.

Una población desplazada y al borde de la hambruna

Las organizaciones humanitarias y la ONU acusan además a Israel de emplear el hambre como arma de guerra en Gaza, donde al menos 31 personas han muerto ya de inanición, 27 de ellas niños, según Naciones Unidas. La mitad de la Franja -más de un millón de personas- está en riesgo de hambruna inminente, más de 677.000 gazatíes sufren inseguridad alimentaria "catastrófica" y unos 28.180 niños están malnutridos, al punto de que uno de cada tres menores de dos años sufre desnutrición aguda.

Pese a ello, cientos de camiones siguen bloqueados en los únicos dos pasos terrestres abiertos. En marzo, entraron 160 camiones diarios de media a Gaza, un repunte frente a meses anteriores, mientras que antes de la guerra lo hacían medio millar al día, de acuerdo con la ONU. Entretanto, Israel impide la llegada de ayuda con "inspecciones arbitrarias" y exhaustivas, en las que pueden requisar desde dátiles a pastillas purificadoras y ordenar a los camiones empezar el proceso de cero.

Además, Israel ha atacado de forma repetida puntos de reparto de ayuda, y en esta guerra ya han muerto 197 cooperantes, según la ONU, tres veces más que en Somalia o Afganistán. Una situación que ha empeorado incluso más tras el ataque mortal contra el convoy de World Central Kitchen, la ONG del chef español José Andrés, que ha decidido suspender el reparto de alimentos. Otras como Anera han hecho lo mismo, en un temido efecto dominó que no podrá ser paliado con el lanzamiento de ayuda aérea.

Antes de la guerra, en la fronteriza Rafah vivían unas 275.000 personas, una población que ha aumentado a 1,4 millones tras un flujo masivo de desplazados, que se ven hacinados en tiendas sin espacios privados o higiene. De 2,3 millones de gazatíes, dos millones están forzosamente desplazados, el 87 % de la población.

Asimismo, 360.000 viviendas han quedado destruidas o inhabitables por los bombardeos, en los que Israel ha lanzado 70.000 toneladas de explosivos que han dejado 26 millones de toneladas de escombros, según Hamás. Entre los desplazados, más de un millón ha sufrido enfermedades contagiosas y 10.000 enfermos de cáncer no reciben tratamiento. Además, 230.000 enfermos crónicos carecen de acceso a medicinas.