Julie LeRoy y Cuda se encuentran en uno de los momentos más difíciles de su vida. La perra nació con el síndrome de la columna corta, una enfermedad que sólo padecen otros 17 canes en el mundo. Su primer dueño, un hombre dedicado a la cría de perros, la rechazó, pero, afortunadamente, Cuda se encontró con Julie, una oficial de control de animales que se interesó por su caso.
Julie no tardó en encariñarse con el pobre animal, y, a riesgo de poner en peligro su trabajo, decidió cuidarla. "A pesar de que sabía que estaba en contra del protocolo no querer llevarla al refugio para que se efectuara su sacrificio, no podía traerla de vuelta", explica.
Lo que en un principio parecía el principio de una bonita historia pronto se tornó en un tormento. No todo el mundo está de acuerdo con mantener vivo al animal debido a su enfermedad, y son muchos los critican a la oficial por negarse a sacrificarla.
"La gente me dice que ella sufre, que estoy siendo cruel por mantenerla viva y que la estoy explotando como si fuera parte de un circo", explica Julie, que sigue luchando para que Cuda tenga una vida feliz en su residencia, en Nueva York.