Las derrotas rusas se acumulan. La última, en Makíivka, en la región de Donetsk. El Ejército ucraniano lanzó ayer varios misiles sobre un edificio militar ruso. En su interior había cerca de seiscientos soldados durmiendo y un gran depósito de armamento ruso.

Rusia reconoce 63 muertes, pero según Kiev, serían alrededor de 400 fallecidos y 300 heridos. Cifras muy dispares, pero que de confirmarse, esta se convertiría en la mayor carnicería de los diez meses de conflicto en Ucrania. Rusia no ha reconocido un ataque tan letal desde que comenzó la invasión a Ucrania.

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Rusia señala. Acusa a Estados Unidos de ayudar en la masacre. "El régimen de Kiev atacó con seis misiles HIMARS producidos en Estados Unidos un acuartelamiento temporal de una de las unidades de militares rusos en la localidad de Makíivka". Igor Konashkov, portavoz del mando ruso, confirma que la defensa antiaérea rusa interceptó y destruyó al menos dos de ellos. Al ataque ucraniano se une el hecho de que dentro del edificio, hubiera un almacén de armamento y munición que pudieron explotar con el impacto de los misiles.

Críticas dentro de Rusia. Las cifras no cuadran, ni siquiera los rusos las apoyan. El Vicepresidente de la Asamblea de Moscú, Andrey Medvedev reclama que "es peligroso y criminal considerar al enemigo como un tonto que no ve nada". Pide que se esclarezcan los datos porque "cada soldado y oficial es importante".

Igor Girkin, un ex comandante prorruso en el este de Ucrania, apunta a que el número de muertos se elevaba a cientos. Mientras tanto, Grigory Karasin, senador ruso y ex viceministro de Relaciones Exteriores, exige "un análisis interno riguroso". Por otro lado, Serguei Mironov, legislador y ex presidente del Senado ruso, exige responsabilidad penal a los funcionarios y "altas autoridades que no proporcionaron el nivel adecuado de seguridad". De hecho, lo ha publicado en su cuenta de Telegram, donde dice que "ni la inteligencia, ni la contrainteligencia, ni la defensa aérea funcionaron correctamente".

¿Rusia ha cometido errores? Algunos expertos reconocen que sí. Fernando Arancón, director de 'El Orden Mundial' hoy en Al Rojo Vivo, ha enumerado los posibles factores que han ayudado al Ejército ucraniano a llevar a cabo esta ofensiva:

  • En primer lugar, combinar un batallón entero de soldados durmiendo dentro de un edificio con material explosivo, munición y armas, es muy peligroso. Un error por el que altos mandos de Rusia, como el viceministro de Información de Donetsk, Danil Bezsonov, piden que se lleve ante la justicia a quienes tomaron la decisión de ubicar al personal militar dentro del mismo edificio.
  • Otro factor determinante ha sido la falta de protección de su ubicación. Rusia no camufló los edificios.
  • Y el error que para Arancón "un Ejército de ese nivel no puede permitirse un año después de haber iniciado una invasión" y que revela la inexperiencia del Ejército ruso, es que los soldados utilizaron dispositivos móviles personales. Algo que desveló la posición del batallón, ya que las antenas ucranianas podían detectar las señales de los teléfonos rusos.

A esta misma opinión se une la del analista de Seguridad y Defensa, Jesús Manuel Pérez Triana hoy en Al Rojo Vivo: "ese mismo tipo de fallos de concentrar a las tropas en un cuartel y la liberalidad con la que comparten Rusia comparte su posición en las redes sociales, tiene este resultado".

No es la primera derrota. Rusia ya ha tenido que replegarse en numerosas ocasiones. La primera fue en Járkov. Después de varias ofensivas, no consigue tomar la ciudad. Lejos de eso, el Ejército ucraniano hizo que el 8 de septiembre, las tropas rusas abandonasen sus posiciones dentro de la región, pero no solo eso, sus armas y vehículos no salieron de Járkov.

  • La respuesta de Rusia a esta primera derrota fue una movilización parcial de tropas que Putin anunció el 21 de septiembre con el fin de reclutar a 300.000 reservistas.
  • El 30 de septiembre Rusia se anexiona las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia mediante un referéndum ilegal que ni Kiev ni la comunidad internacional reconocen.
  • Poco después llegó la segunda derrota rusa. Los ucranianos estaban recuperando pueblo a pueblo la región de Jersón. El 10 de noviembre, Moscú decide retirar las tropas de la ciudad portuaria para "preservar la vida de sus tropas".
  • Esta vez, no hubo heridos ni tampoco abandonaron sus armas y vehículos, pero llenaron el territorio de minas y destruyeron la conexión más importante de la ciudad con los territorios ocupados al otro lado del río Dnipro. El puente Antonovskyfue el único que salió herido en aquel repliegue de tropas. Aislando la ciudad de forma que la conexión más cercana para acceder a la otra orilla quedaba a 70 kilómetros de distancia.

La que fue su mayor victoria desde el inicio de la invasión, la toma de Jersón, ha terminado convirtiéndose en su mayor derrota.

El caso de Limán. Allí Rusia protagonizó otra de las mayores pérdidas territoriales. La contraofensiva ucraniana comenzó a ser más poderosa que el avance ruso. Las tropas de Putin quedaron atrapadas y rodeadas por el Ejército ucraniano. El 29 de octubre, 5.000 soldados rusos abandonaron uno de sus centros logísticos y de transporte más importantes al norte de Donetsk. Limán era uno de los nudos ferroviarios más importantes y que les conectaban con Kramatorsk y Sloviansk. El Ejército ruso ha intentado en numerosas ocasiones llegar al centro político del país, Kiev. Una misión imposible hasta la fecha. De hecho, el propio Zelenski retó a las tropas rusas, dijo que no se movería de allí.

Solución ¿diplomática? Tanto Rusia como Ucrania se han reunido en numerosas ocasiones para tratar de poner fin al conflicto de forma pacífica, pero las condiciones de ambos no son compatibles. Por un lado, Vladimir Putin pide anexionar de forma oficial los territorios que ya se anexionó ilegalmente por medio de referéndum.

Por otro lado, Volodímir Zelenski dice que no firmará la paz hasta que Rusia no abandone todos los territorios que ha invadido, entre ellos, Crimea. Según Kiev, las tropas ucranianas ya han recuperado más de 9.000 kilómetros cuadrados y su intención es continuar liberando territorios. Lo que Rusia comenzó creyendo que sería una 'guerra relámpago', se ha convertido en una guerra de desgaste de más de diez meses.