Miles de chilenos tomaron en la noche de este domingo las calles y alamedas de Santiago y otras tantas ciudades del territorio. Celebraban con fervor -y con gran alivio- la victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de las urnas frente al ultraderechista José Antonio Kast. No es de extrañar la euforia, pues Boric, candidato de la alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista chileno, se ha convertido en el presidente más joven de Chile(tiene 35 años) y en el más votado en la historia de la democracia del país. Todo tras vivir un ascenso meteórico.

Diez años atrás, en 2011, el nuevo rostro de la izquierda en América Latina comenzó a alzarse entre las multitudes como un referente de las protestas estudiantiles de 2011. Su interés por la política y por impulsar los cambios sociales en un país lastrado aún en muchos aspectos por el recuerdo de la dictadura le venía de antes. Nacido en 1987 en Punta Arenas (región de Magallanes, en el extremo sur del país) y de ascendencia croata, su padre, militante del Partido Demócrata Cristiano (PDC), inculcó en él la importancia de actuar, de involucrarse, para cambiar las cosas.

Pronto estableció las convicciones políticas e ideológicas de quien se cree seguro de no estar de paso en el tablero, y su nombre empezó a repetirse como un eco cada vez más fuerte en las movilizaciones estudiantiles que vivió el país en 2011 -prácticamente al mismo tiempo que el 15M en España-. Eran miles los estudiantes que por entonces recorrían las calles de Chile para protestar, entre otras cuestiones, por el sistema educativo implantado; denunciaban un modelo solo apto para minorías y la quiebra que sufrían sus familias para que ellos pudieran estudiar frente a un Estado que apenas tenía capacidad para intervenir.

Entre ellos, la voz de Boric encontró espacio y cobró protagonismo. Pasó a dirigir la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). Muy poco después, en 2013, comenzó su vida parlamentaria como diputado con una candidatura independiente apoyada por el distrito 60 (corresponde a la Región de Magallanes). El torrente de críticas no tardó en llegar. Ya en el acto de toma de posesión del cargo se le reprochó su vestimenta informal: pelo largo y revuelto, camisa sin corbata y una americana. Y sus palabras, dando fe del cambio que se avecinaba en Chile. No pareció importarle, como las acusaciones y reproches que se irían reproduciendo después contra él, más duras y graves.

Boric se encaró a los militares durante el estado de excepción en Chile: "¡Llevan armas de guerra! ¡Fuera!"

Su actividad política no le alejó de las calles, ni de los deseos ni temores de la izquierda y la sociedad chilena. Prueba de ello es que, durante el Estado de excepción anunciado por Piñeira en octubre de 2019 en respuesta el estallido social, se vio al ahora presidente acompañando a los manifestantes, situándose frente a las Fuerzas Armada para denunciar el carácter violento de su actuación para reprimir las concentraciones ("¡Llevan armas de guerra! ¡Fuera!", llegó a exclamar indignado contra los militares). Fue por esta época cuando la vida de Boric dio un vuelco. Entre las formaciones de izquierda se empezó a valorar su candidatura presidencial.

De las calles a la victoria

De hecho, ya entre finales de 2020 y principios de 2021 tuvo la oportunidad de erigirse como nuevo líder de la izquierda con opciones a dirigir el Gobierno, pero acabó descartándolo al considerar que estaba falto de experiencia. Sus dudas cambiaron unos meses después. Arrasó en las primarias como candidato del Frente Amplio ante el Chile Digno de Daniel Jadue. Con Apruebo Dignidad (Convergencia Social) inició la carrera para plantar cara a una ultraderecha que, como había sucedido en países colindantes, empezaba a ganar un protagonismo y poder sin frenos.

Boric, que recuperó el recuerdo de Allende en su campaña para trazar las bases del cambio social del país, y Kast, que vio una oportunidad de ascenso en la fractura de la población aunque ya pesaba sobre él una larga lista de polémicas entre casos de corrupción y acusaciones de LGTBIfobia, se presentaron ante la sociedad como las dos caras de una moneda de la que dependía de pleno el futuro de Chile. En la primera vuelta de las elecciones, la ultraderecha del Partido Republicano se impuso a Boric por un mínimo margen de votos (27,91% frente al 25,83%).

Las tornas cambiaron en la segunda ronda de votaciones, pues Boric cosechó un apoyo político y social abrumador, en parte sucedido por el miedo a un Gobierno con Kast al mando. Este domingo, las urnas decidieron que Boric se alzara ante Kast con más de 4,6 millones de votos frente a los 3,6 millones de votantes de la ultraderecha (55,87%-44,13%). Se volvieron a abrir así las alamedas. Tras estos resultados, el nuevo mandatario toma los mandos de un país con tres pilares fundamentales: más Estado, más feminismo y más ecologismo. Y un objetivo muy claro: "Construir un nuevo Chile más solidario y justo".

Los planes del presidente Boric

El modelo de país que quiere impusar el denominado "presidente más izquierdista desde el derrocado Salvador Allende" tiene como base poner fin a la herencia neoliberal heradada y establecida en Chile con la dictadura de Pinochet y dar pie a la reconstrucción del Estado de bienestar para garantizar derechos sociales y servicios básicos frente a la privatización de los mismos. A destacar, un sistema de salud público y un modelo de pensiones "sin AFP (Administradoras de Fondos) que mantendrá la edad de jubilación en 65 años y tendrá una aportación de 250.000 pesos mensuales que crecerá con los ahorros".

Para ello, la propuesta del nuevo dirigente pasa por hacer crecer la recaudación del PIB en un 8% a lo largo de ocho años, mejorando la progresividad impositiva, elminando diversas exenciones tributarias y aumentando, en contraposición, los impuestos a un 1,5%, los que ganan más de 4,5 millones de pesos mensuales (unos 4.600 euros). En esta línea, Boric también planea implementar un gravamen especial a los denominados 'superricos'; todo para llegar, según sus propias palabras, a "un régimen parecido al que tiene la mayoría de los países de la OCDE" (22,9% de recaudación tributaria de media frente al 20,7% de Chile).

En términos medioambientales, el deseo de Boric es convertir al suyo en el "primer Gobierno ecologista en la historia de Chile" con tres claves: limitar el modelo extractivista, solucionar la crisis hídrica que azota al país desde hace años e implementar políticas sostenibles para transicionar el territorio hacia un modelo con mayor armonía y respeto por el entorno. El presidente también aboga por un fortalecimiento del movimiento feminista en las instituciones, con propuestas sobre reintegración laboral, paridad y un plan de apoyo para constituir el aborto como un derecho legal, libre y gratuito.