La tragedia, el caos y la desesperación invaden desde este lunes Turquía, donde se han registrado dos potentes terremotos y numerosas réplicas que han provocado la muerte de miles de personas, así como otras tantas miles han resultado heridas. Sin embargo, en uno de los escenarios más catastróficos que se recuerdan en el último siglo en Europa también hay espacio para la esperanza; la que mantienen los servicios de búsqueda y rescate de desaparecidos entre los escombros por el seísmo.

Prueba de ello son los datos ofrecidos en las últimas horas por el vicepresidente de Turquía, que ha informado de que, hasta ahora, más de 8.000 personas han sido rescatadas de entre los miles de edificios que han colapsado por los fuertes temblores. En la mañana de este martes, sin ir más lejos, un hombre de 30 años era sacado con vida de entre esos escombros, casi 30 horas después de que comenzaran los temblores. Una madre y sus tres hijos han sido también localizados con vida tras 28 horas atrapados.

Ahora mismo, según ha comunicado la Oficina de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), dependiente del Ministerio del Interior turco, unas 25.000 personas, entre los que se cuentan soldados, participan en las labores de rescate y auxilio de los miles de afectados que, según se calcula, siguen atrapados entre las ruinas provocadas por los terremotos. Además docenas de países han comenzado ya a enviar a cientos de rescatistas y expertos en búsqueda de supervivientes.

Pero las condiciones para llevar a cabo este enorme dispositivo no son ni mucho menos óptimas en el país ahora mismo, y no solo por el riesgo que conllevan estas tareas. Los rescatistas se han ido encontrando con temperaturas extremas a lo largo de la madrugada, bajo cero y con nieve en muchos puntos -también hay territorios montañosos de difícil acceso- y las nuevas réplicas registradas en las últimas horas han generado tanto pánico, por el peligro de colapso de más infraestructuras, como agotamiento ante una labor que no puede cesar.

Por otra parte, Otkay también ha explicado que más de 350.000 víctimas de los seísmos han sido realojadas en centros universitarios, refugios y residencias de estudiantes. Asimismo, se está evacuando en avión a heridos graves a centros médicos de Estambul y Ankara, y diez barcos están trasladado también a víctimas desde el puerto de Iskenderún, al sureste de donde se registró el epicentro, hasta otras zonas.

Siria, el otro gran drama

Una situación idéntica atraviesa Siria. Allí, tal y como ha indicado el jefe del servicio de defensa civil dirigido por la oposición siria, Raed al-Saleh, se está acabando el tiempo para salvar a cientos de familias que siguen atrapadas bajo los escombros de edificios destruidos tras el devastador terremoto. Al-Saleh ha advertido además de que se necesita ayuda urgente de grupos internacionales para reforzar las labores de rescate de la organización conocida como Cascos Blancos en el noroeste de Siria controlado por los rebeldes, donde cientos de personas murieron y resultaron heridas.

"Es el terremoto más importante que sufre este país acostumbrado a terremotos en las últimas décadas", ha afirmado Mikel Ayestaran en una entrevista concedida a El Intermedio, programa en el que ha explicado cómo está funcionando allí, en el país asiático, el dispositivo de salvamento, también con grandes problemas: "Las comunicaciones van mal y crece la angustia". Y ha precisado: "Hay miles y miles de personas que lo han perdido todo y que están durmiendo en la intemperie. En Siria están rescatando a la gente con las manos, no hay material".