Miles de muertos y heridos, miles de edificios derruidos, miles de personas sepultadas bajo los escombros... y miles de personas trabajando sin descanso para salvar el mayor número de vidas posibles. La serie de terremotos que han asolado Turquía y Siria han provocado una situación de catástrofe excepcional -entre las peores del mundo, según indicó recientemente el presidente Erdogan-, lo que ha llevado a la comunidad internacional a ofrecer rápidamente ayuda en las labores de búsqueda y rescate de los muchos afectados.

"Adana se ha convertido en la puerta de entrada para la llegada de la ayuda internacional. Los que lideran las operaciones son los turcos, que están sobradamente preparados. Pero la dimensión es tal que sí necesitan la ayuda de dispositivos extranjeros, que ya están desplegados sobre el terreno en coordinación con los turcos", contaba en la noche de este martes el periodista Mikel Ayestaran, que se ha trasladado a una de las zonas turcas más afectadas por los seísmos para narrar de primera mano los instantes posteriores a la tragedia.

Ahora mismo, más de 60.000 personas procedentes de distintos países -entre ellos, España, colaboran en el desescombro y auxilio de las mencionadas víctimas y desaparecidos junto a más centenares de vehículos aéreos y terrestres. Solo en Turquía se ha logrado salvar la vida de más de 8.000 personas en las últimas 48 horas. "El trabajo de estos equipos se produce además rodeado de los familiares, amigos, vecinos, que están ansiosos por saber si sus seres queridos salen con vida", explicó Ayestaran, añadiendo que es "un trabajo con mucha presión" y advirtiendo de que "hay lugares a los que aún no han llegado".

Sin embargo, hasta el momento esa ayuda está llegando únicamente a Turquía. En Siria, la ayuda internacional tiene bloqueado el paso a través de unas fronteras selladas. "Es una decisión puramente política. estamos en una catástrofe sin precedentes en esta región, y las diferencias políticas y militares entre la mayor parte de gobiernos y el régimen sirio hace que no vaya a llegar ningún tipo de ayuda a unos sirios que han sufrido el mismo terremoto", denunció el periodista, lamentando que "quienes pagan estas consecuencias son los propios ciudadanos, que apenas cuentan con nada para rescatar a la gente". En esta línea, la única vía directa de entrada de suministros a las áreas del noroeste de Siria, el paso fronterizo de Bab al Hawa, ha quedado dañada.

Bab al Hawa es el único punto por el que entran suministros a las áreas de Idlib y la vecina región de Alepo en manos de la oposición siria, a excepción de algunos envíos puntuales de ayuda humanitaria que sí está logrando realizar Naciones Unidas desde las zonas controladas por el Gobierno del presidente sirio, Bachar al Asad. Fuentes humanitarias han asegurado que, además, las carreteras que van hacia el paso fronterizo están en muy malas condiciones, tanto del lado turco como del sirio. Además de Bab al Hawa, otras infraestructuras públicas han sufrido daños en la zona, dificultando el desarrollo de las labores humanitarias, también lastradas por la escasez generalizada de combustible en Siria y la falta de maquinaria especializada para las operaciones de rescate.

No obstante, parece que las autoridades sirias han dado el primer paso para revocar la situación: han solicitado formalmente ayuda de emergencia a la Unión Europea. En concreto, el presidente, Bashar al Asad, ha pedido la activación del Mecanismo de Protección Civil europeo con el que los Veintisiete coordinan la respuesta ante desastres. Una ayuda que, según ha detallado la UE, consiste en asistencia para mejorar las tareas de rescate y búsqueda de personas atrapadas, además de material médico y alimentos. Además, frente a las acusaciones de Damasco de que la llegada de ayuda humanitaria está bloqueada por las sanciones económicas internacionales, también de la UE, que pesan contra el régimen, el propio organismo europeo ha rebatido esta acusación.

Desde Europa se ha insistido en que las medidas afectan sobre todo a individuos cercanos a Al Asad, empresas cercanas al régimen y sectores económicos como exportaciones de equipamiento para la represión civil, comercio de productos petrolíferos o la prohibición de financiar al Estado sirio. "Rechazo categóricamente que las sanciones europeas tengan un impacto en la ayuda humanitaria. Las sanciones fueron impuestas en 2011 por la represión violenta siria contra su propia población, incluyendo el uso de armas químicas", ha señalado un comisario europeo, para resumir que las medidas no contemplan ninguna fórmula que "dañen la entrega de ayuda de emergencia o asistencia humanitaria".