En nuestro país, cada vez es más común que después del grado universitario se exija una formación complementaria superior para llegar a un puesto de trabajo: el máster. El problema es que muchos no se pueden permitir realizar esos estudios porque hay pocas plazas públicas y las titulaciones privadas tienen un alto coste. Pero el rompecabezas se multiplica cuando el máster es habilitante: es decir, aquel sin el cual no puedes ejercer una profesión determinada.

Es el caso de Antonio, que cuando terminó la carrera de matemáticas quiso ser profesor por su "vocación hacia la docencia". Sin embargo se encontró con que en el máster de profesorado ofertado por la Universidad de Sevilla solo admitía 22 alumnos por curso y para todas las carreras. Eso teniendo en cuenta que cada año en esa universidad se gradúan unos 8.000 alumnos.

Antonio se quedó fuera del máster público, pero intentó realizar uno por su cuenta, hasta que se dio cuenta de lo que suponía económicamente: "El máster en la pública eran 800 euros y en la privada el más barato eran 5.500€".

Pero el suyo no es un caso aislado, en España la mayoría de universidades oferta el máster de profesorado, pero no llegan ni a 1.000 los alumnos que son admitidos. Es decir, para cada universidad apenas hay en torno a 20 o 25 plazas. Y como Antonio, muchos acaban tirando la toalla. "Normalmente se dirigen hacia otras ofertas laborales que no tienen que ver con sus estudios universitarios", declara a laSexta la presidenta del CSIF Educación Andalucía, Elena García.

Y según nos cuenta, esto no sucede solo con el profesorado, tan solo en Andalucía hay un total de 304 postgrados habilitantes pero ninguno supera las 25 plazas. Así que solo queda la vía privada, y si uno no se lo puede pagar "están vetados no solo de trabajar en el ámbito público, sino que tampoco podrán ejercer en la esfera privada o concertada: el sistema los expulsa", como lamenta García.

Hacemos una cuenta: si salen unas 20 plazas por universidad y los graduados están cerca de los 8.000, ¿qué pasa con los que se quedan en lista de espera? Pues que lo intentan año tras año, tal y como relata Irene Maíquez, estudiante de máster de psicología: "Se trata de un embudo constante, las universidades ofrecen muy pocas plazas para la cantidad de psicólogos que salimos".

También Gloria nos cuenta su experiencia. Ella puede ejercer actualmente de profesora de inglés gracias a que su familia pudo ayudarla económicamente: "Me di cuenta del privilegio que tienes cuando te pueden ayudar tus padres, el que no puede... tiene un problema". Un problema que se suma a todos los que de por si tiene el incorporarse al mundo laboral.