Entramos en uno de los mercados del centro de Barcelona. El ajetreo es el habitual de un martes, con decenas de personas caminando entre los pasillos. Frente a los mostradores de los puestos, aparecen las primeras quejas: "Todo está carísimo", nos dice una señora enfadada que espera con el ticket de su turno de la carnicería en la mano.
Los tenderos tienen que lidiar, cada día, con esos reproches y ahí colocan en la diana del culpable a la guerra de Rusia contra Ucrania.
La guerra de Ucrania: la reina de la 'excusaflación'
Ahora mismo es la excusa de las excusas. Si hubiera un ranking, la guerra de Ucrania estaría en cabeza. Después de la pandemia se ha convertido en la razón más socorrida para justificar las subidas continuas de muchos de los precios. Bloomberg, uno de los medios económicos más reconocidos, apunta cómo este conflicto se utiliza a modo de excusa para colar subidas mayores de precios de las que corresponderían.
A eso mismo le llama 'excuseflation' o excusaflación,una palabra inventada que une, en inglés, las palabras 'excusa' e 'inflación'.
Aprovechando la coyuntura, ¿nos la cuelan?
Es indudable que la guerra de Ucrania ha empujado al alza al gas, los combustibles o el precio de la electricidad. Pero, como dice el refrán, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, más de uno mete bajo esa justificación algunos encarecimientos superiores a los que en realidad corresponderían.
Esa codicia de algunos empresarios para conseguir unos mayores beneficios ha sido bautizada desde el Financial Times como 'greedinflacion', o lo que es lo mismo una inflación mayor empujada por la avaricia. Los expertos no se atreven a decir cuál es ese porcentaje que han subido de más para favorecer las cuentas empresariales.
La cadena de las interminables excusas
La guerra en Ucrania está detrás también la subida de los cereales y de los fertilizantes, según los analistas. Por esta razón, los costes de producción se han disparado para ganaderos y agricultores. Esto repercute significativamente en las subidas de precios de determinados alimentos como hemos visto en todas las tablas de IPC de los últimos meses.
Si a esa situación, se suman los problemas que está causando la sequía en los cultivos españoles, el cóctel es completo. La falta de lluvias reduce la cantidad de cosechas y a menor cantidad, mayor precio.
Además de todo lo anterior, la pandemia del COVID-19 provocó un caos en los transportes de Asia a Europa. Aquel cuello de botella sigue provocando problemas de suministros, por ejemplo, en la fabricación y reparto de microchips que se notan en las industrias más importantes, como la de automoción.
Todas estas razones son reales, reconocibles y están más que acreditadas como aseguran los economistas, pero ¿justifican por completo las grandes subidas de precios del último año? ¿Deberían ser menores algunas de esas subidas si atendemos a la situación actual? ¿Hay empresarios agrandando sus cuentas de beneficios inflando precios escudándose en las excusas conocidas?
El debate está servido y las opiniones son libres para sacar cada uno su conclusión.
Consejo de Agricultura y Pesca
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