Carlos Sainz ya ha aprobado, y con nota, la asignatura que tenía pendiente desde que llegó a Ferrari. Tras firmar dos grandes carreras en Baréin y en Imola, el madrileño tenía todavía en el 'debe' el tema de la clasificación, pero en Portugal ha estado excelso firmando un quinto puesto y superando a un Leclerc que fue octavo.

Lo necesitaba, y se lo estaba ganando. Lo estaba haciendo porque tan solo le quedaba que su vuelta, su vuelta buena, fuera cuando debía ser. En Portimao, en una pista en la que mejorar era cuanto menos complicado como se vio en la lucha Bottas - Hamilton, por fin le salió lo que bien sabe hacer en su giro en Q3.

No tuvo mucho problema en llegar hasta esa ronda, y es que en todo momento tenía controlada la situación y sabía que la vuelta buena llegaba con más de un giro de neumático blando. Probó suerte con el medio en Q2, pero no hubo manera y quizá ese sea su mayor problema para la carrera.

Sainz, el mejor del resto

Pero eso llegará el domingo. El sábado, Sainz tan solo tuvo delante a los que va a ser complicado ganar salvo que tengan algún problema. Porque fue quinto, el primero del resto de la zona media, superando a todos los demás salvo a los Mercedes y a los Red Bull.

Será Sergio Pérez al primero que vea cuando se apague el semáforo, y por el retrovisor deberá vigilar, y mucho, a Esteban Ocon con un sorprendente Alpine y a su excompañero Lando Norris, que ha colocado al McLaren séptimo.

Así pues, por fin saborea Sainz el dulce sabor de una buena clasificación. En Baréin empezó desde la octava posición, mientras que en Imola no pudo superar una apretadísima Q2 y terminó saliendo undécimo.

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