Honda no entiende nada. No entiende cómo es posible que hayan podido incluso empeorar sus peores pronósticos para 2024. Que estén más abajo todavía que en un 2023 en el que parecía que ya habían tocado fondo. Pero no. No lo tocaron. Porque a la marcha, acertada, de Marc Márquez a Gresini, a una Ducati satélite, se ha unido un inicio de Mundial desastroso en el que apenas han sumado ocho puntos de 111.
Es más, ningún piloto Honda ha acabado entre los diez primeros. Da lo mismo sábado que domingo, cero. Cero, y lejísimos de los ganadores. En Texas, donde ganaron el año pasado, Luca Marini acabó a más de 33, de 33, segundos de Maverick Viñales.
Fue el único en acabar, algo que ya parece un logro. Algo que ya parece mucho. Algo que no entienden en la marca tal y como reconoce Alberto Puig.
"Tan solo puedo decir que en Japón se están esforzando mucho. De verdad. No se están durmiendo", dijo en la web de MotoGP.
"Lo intentamos, pero..."
Y prosigue: "Tienen gente nueva. Tienen más personal. Pero es que las mejoras, buenas mejoras teóricamente, no se están viendo en la pista".
"Estamos un poco confusos. Lo intentamos, pero no vemos nada impresionante en la pista", sentencia Puig.
Ahora toca Jerez. Toca el GP de España. Toca visitar un país que en su día vibró con esa Honda que llevó a Marc Márquez a ser el gran campeón que es. Ahora poco queda de esa máquina prácticamente perfecta. Poco queda, por no decir que no queda absolutamente nada más que sigue siendo una Honda.