Podemos estar ante la celebración más ridícula de todos los tiempos. Un jugador marcó un gol, buen gol por cierto, y fue directo a la grada para buscar a alguien. Encontró a su novia y la besó... pero el final no fue el esperado.

Y es que mientras ambos daban claros síntomas de su amor frente a las cámaras, el juez de línea levantaba la bandera para anular la diana que acababa de anotar.

Al menos les quedará ese precioso instante en el que se fundieron en un beso.