Si el Atlético es un sentimiento qué cantidad de ellos fueron en el José Zorrilla. Porque los rojiblancos fueron una montaña rusa, una además con grandes subidas y bajadas, y con una enorme caída en la segunda parte que casi les cuesta tres puntos que parecían claros al descanso. Antoine Griezmann, con un doblete, fue la luz del faro de los de Simeone, que duermen colíderes gracias al 3-1 logrado contra el Valladolid.

Contra un equipo que lo dio absolutamente todo o incluso más. Desde el comienzo sabían cómo hacerle daño al Atlético. A un equipo que llevaba eones sin ganar fuera del Metropolitano y que además venía de jugar un duelo de Champions. Los rojiblancos, fieles a su forma de ver el fútbol, se mantenían ordenados, juntos y solidarios, pero aún así los pucelanos daban sensación de peligro al arco de Jan Oblak.

Sin embargo, además de ser un equipo rocoso, el Atlético también penaliza al máximo cada error rival y contra los de Pucela no fue diferente. Una acción rápida con Correa y Griezmann terminó con el francés mandando un buen pase profundo a Kalinic, que definió de '9' para poner el 0-1. No se arrugó eso sí el Valladolid, que tuvo varias de nuevo hasta que llegó el 0-2.

Un gol que solo fue posible gracias al VAR. La mano, clamorosa, de Olivas, no la vio Undiano Mallenco. Sí la vieron desde arriba los del vídeo. desde allí observaron cómo el jugador blanquivioleta ralentizaba el disparo de Griezmann, que aún así exigió a Masip para no ser el 0-2. El francés, desde los once metros, la puso imparable y se marcó un baile en el área vallisoletana. Quién iba a pensar en ese momento que los rojiblancos sufrirían tanto para llevarse los tres puntos del feudo pucelano.

El Valladolid ni se arrugó ni se rindió, aún teniendo frente a él al equipo más correoso de toda la Primera división. Para su sorpresa, y la de todos, la gran cantidad de agujeros de la defensa del Atlético hizo posible la complicadísima misión de levantar un 0-2 a un conjunto como este. Horribles, lejos de su mejor nivel defensivo, y dejando una enorme cantidad de opciones a un rival que con cada llegada se venía arriba y enganchaba a su afición.

Savic casi se marca en propia con un despeje impropio de un profesional, y el Valladolid aprovechó dos saques de esquina y una defensa que casi se mete debajo de su portería para, con dos barullos, poner el 2-2. En el primero, obra de Calero, casi salva Arias pero estaba incluso detrás de la línea de gol. En el segundo, Saúl se encontró un pase atrás de Unal tan de cerca que no pudo apartarse. Para colmo, Filipe Luis lesionado. Otra vez.

Quién lo iba a decir. Tras el 2-2 el Atlético se deshizo del dominio del Valladolid. Sí, parece ser que cuando los de Simeone quieren, pueden. Y además saben, pero por alguna razón prefieren vivir siempre en el alambre. En otra acción confusa, Griezmann puso el 2-3 y de nuevo la duda sobrevoló al aficionado rojiblanco: su equipo podía volver a echarse atrás cuando quedaban diez minutos.

El Valladolid achuchó, pero esta vez la línea rojiblanca estuvo mejor tirada para aplacar los ánimos pucelanos. Tres puntos y coliderato de una Liga que no puede estar más igualada y en la que se sufre ante todos y en cualquier campo.