Izan Martín es el entrenador asistente del club ucraniano SC Dnipro-1, equipo en el que juega el español Marc Gual. Ambos arribaron al aeropuerto de Barajas el 27 de febrero, donde fueron recibidos por Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol. Desde despertarse por el sonido de una bomba, recorrer ocho kilómetros en dirección contraria para abandonar el país e introducirse en un búnker para protegerse de otro explosivo son algunos de los múltiples momentos que el técnico español recuerda.

“Me es todo un poco raro”, señala Martín, que afirma tener la noción del tiempo un poco “torcida” después los tres días “eternos” hasta llegar a España, donde permanece desde el 27 de febrero. “Mi familia está ya más tranquila”, comenta, “pero tampoco estamos tranquilos del todo por lo que está pasando”.

Con respecto a su estado de ánimo, Izan Martín, exentrenador de las categorías inferiores de la Selección Española de Fútbol indica ir a “ratos”. Se encuentra bien cuando está con su familia pero cuando enciende el televisor o dialoga con jugadores y miembros del cuerpo técnico pasa a estar “fastidiado“. “Se han quedado todos los ucranianos allí y es jodido”, sentencia.

“Voy hablando con la gente del cuerpo técnico y con algún jugador que veo que está en redes sociales, pero es estar todo el día pendiente de cómo está la situación, de cómo podemos ayudar para que ellos también se sientan respaldados”

Pero la ofensiva de las tropas rusas sorprendió a todos. “El miércoles, a las dos de la mañana, salíamos de Turquía, que estábamos haciendo la pretemporada para Dnipro, para tener un día libre, que iba a ser el jueves y el viernes y sábado íbamos a entrenar y el domingo a jugar”, menciona a laSexta Deportes.

Un día antes de emprender su viaje para abandonar la frontera y poner rumbo a España, una bomba le despertó. “Escucho un ruido fuerte peo no sé qué es, pienso que pueden ser las obras del metro o una fuga de gas, y tampoco me lo quiero creer, incluso con el segundo fogonazo”, señala. Momento en el viajan a la ciudad deportiva por consejo del entrenador, donde se encuentra un búnker debido a que la ciudad deportiva del club era una antigua base militar.

Desde el refugio planearon el regreso a España. La primera parada fue un hotel, propiedad del presidente del club, a 120 kilómetros de Dnipro. Al día siguiente, tras organizar los coches, cargar la comida y llenar el depósito de gasolina, viajaron a Lviv, cerca de la frontera con Polonia.

“Pero nos avisaron de que era más peligrosa que la de Rumanía”, comenta, por lo que decidieron cambiar el rumbo. “Salimos a las seis de la mañana y conseguimos llegar a la línea con Rumanía a las cinco y media, todo en coche menos los últimos cuatro kilómetros, en los que tuvimos que aparcar los coches y seguir a pie”, indica Martín que, en su relato, afirma haber tardado seis horas para recorrer 10 kilómetros, debido a los interminables atascos.

“En la frontera había 12 kilómetros de coches parados, por eso tuvimos que dejar os coches y avanzar 8 kilómetros en dirección contraria”

Y su equipaje era escaso, con mochilas llenas y maletas de mano, “como mucho”, según Martín. Para trasladar a alrededor de 20 personas se organizaron en cinco coches, y él compartía vehículo con Marc Gual. “Nos dividimos para que en cada coche hubiera una persona que hablara ruso o ucraniano”, comenta.

Con un número aproximado de 200 personas, la situación en la frontera de Rumanía era tranquila para el técnico español. “Era desgarrador”, indica, “porque los que iban pasando eran mujeres y niños y gente que se despedía de sus maridos, no sabían si les iban a volver a ver y eso era terrible”.

Además, Martín recuerda, entre suspiros, una impactante conversación entre un militar y un civil en la frontera con Rumanía. “Le pregunta si puede salir con su familia y le responden ‘tienes manos, dos ojos y dos piernas, a pelear por Ucrania’. La guerra no es sólo las explosiones, son todas esa familias que se rompen y que no saben si se van a volver a juntar”, concluye.

“Uno de los entrenadores ha creado una asociación, para recoger dinero, comprar trigo para poder enviar al norte, que ya están en desabastecimiento y estamos empezando a colaborar con él y recolectar dinero desde aquí”

Antes de agradecer a la embajada y a la Federación Española de Fútbol, Martín envía una mención especial a Luis Rubiales, presidente de la RFEF, al que da las gracias por haber trabajado personalmente y haber hablado con su familia.

Asimismo, el técnico español afirma haber sentido peligro, pero no “en el trayecto”. “Estábamos reunidos en la ciudad deportiva y una bomba nos explotó muy cerca y salimos corriendo hacia el búnker. Fue acojonante porque no sabes si es una bomba dirigida, un ataque con varias, y ahí sí pasamos miedo”, comenta.

Ahora, desde España, Izan Martín colabora con la asociación de uno de los entrenadores de su cuerpo técnico, con el presidente del club y, además, junto con Marc Gual para “seguir dándole bombo a esto, que no se olvide, e intentar ayudar al mayor número de gente posible”.