Un Clásico es un Clásico, y probablemente no haya partido en el mundo capaz de igual el choque entre Real Madrid y FC Barcelona en términos de intensidad, tensión competitiva y espectáculo.

El estadio Internacional Rey Fahd de Arabia Saudí ha sido testigo de una de las ediciones más vibrantes que se recuerdan en los últimos tiempos del eterno enfrentamiento español.

Ambos equipos hicieron lo que mejor saben. Por un lado, el cuadro de Carlo Ancelotti entregó el esférico al equipo de Xavi Hernández, presionando la salida del balón culé y buscando rápidos contraataques.

Por el otro, el elenco azulgrana, fiel a su estilo, buscó la puerta de Courtois a base de toque. Con balón, el Barça se sentía cómodo; sin él, el cuadro merengue aprovechaba su ventaja.

Y así llegó el primer gol del Madrid. Un robo de Karim Benzema a Sergio Busquets en la medular dejó a Vinicius mano a mano contra Ter Stegen. El '20', rebosante de confianza y acertado como nunca en el plano anotador, no falló ante el teutón.

Luuk de Jong se alió con la fortuna al filo del descanso e hizo justicia a la primera parte empatando el encuentro. Ya en la segunda mitad, Xavi dio entrada a Pedri, Abde y Ansu Fati, apoderándose ya no solo del balón, sino también de las ocasiones, pero no del acierto.

Benzema volvió a adelantar a los de Ancelotti a media hora del final, pero de nuevo los azulgranas pusieron las tablas en el luminoso con un golazo de Ansu Fati de cabeza.

La semifinal de la Supercopa se iba a la prórroga y las piernas empezaban a pesar, pero al cuadro blanco aún le quedaba gasolina para alguna contra más.

En una de ellas, comandada por Casemiro, Rodrygo acarició la línea de fondo para poner el balón en el punto de penalti. Vinicius, el más listo de la clase, dejó pasar el esférico para que Fede Valverde llegase desde segunda línea y pusiese el 3-2 en el marcador antes de finalizar la primera parte de la prórroga.

En la segunda, con el partido hecho un 'correcalles', el Barça abandonó la posesión en busca de un tanto a la desesperada. El Madrid aguantó y terminó por certificar su pase a la final de la Supercopa de España, donde se medirá al vencedor del duelo entre Atlético y Athletic Club de Bilbao.

Los de Xavi hicieron honor a su estilo, pero los de Ancelotti también. El contraataque esta vez derrocó a la posesión, pero el 'baby Barça' da cuenta de que volverán tiempos de felicidad al Camp Nou. Como decía, un Clásico siempre es un Clásico, y eso es un seguro de espectáculo.