El Bayern de Múnich, pentacampeón de Europa, empató 0-0 con el Sevilla y, tras el 1-2 de la ida, accedió a una nueva semifinal de la Liga de Campeones y acabó con el sueño de los sevillistas, que dieron una buena imagen en el Allianz Arena y dijeron adiós a la 'Champions' con orgullo.
Los alemanes, que se desquitan así de su eliminación el pasado año en los cuartos por el Real Madrid, controlaron bien un choque muy equilibrado y sin muchas opciones claras de gol, en el que el Bayern pudo adelantarse al final del primer tiempo, con una ocasión del francés Ribery, y en el segundo el equipo español, que ansiaba entrar por primera vez en las semifinales de 'Champions', mandaron un balón al larguero por medio de Correa, pero les faltó más pegada.
Conscientes del 'premio' que había en juego, y pese a la renta de 1-2 que los germanos tenían de la ida, ambos equipos salieron con intensidad, pero con cabeza, y las novedades del brasileño Rafinha, el colombiano James Rodríguez y el holandés Robben en el Bayern, y los argentinos Mercado y Banega -tras su sanción- en los andaluces.
En una cita histórica para el Sevilla, que buscaba el milagro de pasar a sus primeras semifinales de la 'Champions', el conjunto de Jupp Heynckes dejó claro desde el inicio que no iba a especular, impuso su fuerza en el medio campo y dio los primeros avisos, sin éxito, en una falta botada por James, un disparo lejano de Robben y un cabezazo del polaco Robert Lewandowski que desvió David Soria.
Los muniqueses, con un esquema muy ofensivo, buscaron siempre las entradas por bandas y a su referencia arriba, Lewandowsi, mientras que el cuadro español, que tuvo que multiplicarse en la presión y en cortar las intentonas del Bayern, trató de estirarse y de generar alguna ocasión, primero de forma tímida y luego con algo más de fe.
Sarabia, uno de los más activos junto con Jesús Navas, buscó el gol al filo del primer cuarto de hora, pero sin mucha convicción, en un zurdazo que salió alto y en un tiro en el que reclamó penalti por manos de Jerome Boateng, aunque estas acciones fueron baldías para un conjunto sevillista al que le faltó más confianza y profundidad.
Con piezas claves muy perdidas como los argentinos Banega, Franco Vázquez y Correa, y por ende el delantero francés Ben Yedder -casi no entró en juego-, el equipo del técnico italiano Vincenzo Montella quiso sobreponerse a la fuerza y a la potencia del campeón alemán, y lo intentó mediada esta mitad con un remate desviado de Escudero.
El Sevilla no se precipitó. Sabía que para tener opciones debía mantenerse compacto, esperar su momento y no irse arriba a lo loco. Así, evitó conceder espacios y no perdió el sitio ante un peligroso rival, que pudo marcar a 7 del descanso con un tirazo, aunque centrado, de Franck Ribéry que solventó Soria con una buena parada.
En la reanudación, el Bayern pareció salir con más ganas y pronto tuvo un par de ocasiones que tampoco hallaron su destino: un remate de cabeza al lateral de la red de Lewandowski, estorbado por el galo Clément Lenglet; y un disparo de Thomas Muller, también centrado, al que de nuevo replicó sin problemas Soria, muy seguro toda la noche.
Los hispalenses, pese al gran desgaste que les obligó a hacer el Bayern para frenar su despliegue, por el interior y por las bandas, se soltaron un poco en busca de una mayor verticalidad y dispusieron de su mejor ocasión, al filo de la hora de partido.
Fue en un gran cabezazo que Correa estrelló en el larguero, tras una falta botada por Banega. Éste también buscó el gol poco después, pero su disparo lejano le salió muy cruzado y se fue fuera.
El Bayern siguió a lo suyo, controlando, no se descompuso nunca atrás y, como una máquina bien engrasada, continuó intentando llevar peligro al área del Sevilla, muy serio en defensa y con David Soria superconcentrado, pero que vio cómo James, con un tiro que paró el meta español, y Robben, que remató al lateral de la red, quisieron romper sin éxito el empate antes del ecuador de este periodo.
De ahí hasta el final, el equipo español lo intentó, pero ya sin fuerza, y el equipo alemán mantuvo el orden sin renunciar al ataque.
El marcador ya no se movió, el milagro con el que soñaban los sevillistas no se produjo y sólo hubo lugar a un rifirrafe entre los dos banquillos tras una dura entrada de Correa sobre Javi Martínez que terminó con el argentino expulsado.