El líder de la banda estadounidense, Josh Homme, ha incitado una pequeña insurrección en mitad de su concierto con ese "¡dejadlos pasar!", dirigido a los cuerpos de seguridad que gobernaban el acceso a la zona VIP, algo desangelada y situada justo delante del escenario, antes de animar al público a forzar su entrada: "¡Saltad las vallas!".
La organización ha accedido a la propuesta y el espacio se ha llenado sin incidentes, aunque a más de uno se le habrá detenido la respiración habida cuenta del aforo de esta cita, 80.000 personas por día, y de los caóticos antecedentes consecuencia de esa ampliación: los atascos del primer día o la cancelación de Massive Attack ayer, molestos por la cercanía de otro concierto.
Ha sido en una jornada que ha abierto puertas con Wolf Alice, Rag'N'Bone Man o Kaleo y en la que había muchas otras estrellas y reclamos, como Depeche Mode, que han vuelto a ofrecer otro "show" de altura. En ausencia de grandes bazas antes de las 20 horas y tras dos intensas jornadas de música y adrenalina, no siempre de la buena, el grueso del público ha escogido retrasar su llegada al festival hasta el atardecer, momento muy oportuno para reencontrarse con Jack Johnson.
Entre camisas hawaianas y con el sol replegándose en el horizonte, el simpático cantautor estadounidense ha desplegado su sesión surfera, con un pie en el country buenrollista e inofensivo, más proclive a la charla de primera hora que al jolgorio.
Nada como el secarral de Valdebebas para recrear después el rock pesado y de raíz desértica de Queens Of The Stone Age, que hacía diez años que no pisaba la ciudad, esta vez para presentar "Villains" (2017), otra joya aclamada por la crítica, con cuyo "If I had a tail" ha arrancado su concierto a las 21,35 horas. "Hola, ¿qué tal?", ha saludado un imponente Josh Homme en español tras destacar la "jodida belleza" del momento, "con el sol cayendo", y de dejar k.o. al respetable con una "My God Is The Sun" enorme en amplitud, seguida de una recia "Feet don't fail me".
Ha sido un "show" más bailongo de lo habitual, como ha anticipado el líder de la banda, gracias a piezas como "The Way You Used to Do", otra de las nuevas, aunque a Madrid han llegado con un repertorio panorámico que se ha recreado con "Songs for the Deaf" (2002), con final servido por "Go with the flow" y "A song for the dead".
Con la contundencia de su directo y la jugada populista de asalto a la zona VIP, los estadounidenses le han puesto las cosas muy difíciles a Depeche Mode para hacerse con los titulares de la jornada. Aún así, Dave Gahan, Martin Gore y Andrew Fletcher han salido a ganar justo detrás en uno de los momentos de mejor forma en vivo de su carrera, como pudo comprobarse a su paso por el WiZink Center de Madrid en diciembre.
Bisturí mediante, el repertorio ha cambiado desde entonces, con sacrificios como los del clásico "Strangelove" o "Where's the revolution", el mejor tema de su último disco, "Spirit" (2017), reducido apenas al "Going backwards" con el que ha arrancado este concierto y a "Cover me".
No le ha importado nada a una multitud que desde el segundo corte y, después de que Gahan les ofreciera un primer plano de sus posaderas, han cantado sin resuello clásicos electrónicos como 'It's no good" o la evocadora "Precious". Gahan ha vuelto a ejercer de maestro de ceremonias imprescindible, el hombre dentro de la máquina que ha aportado no solo voz, alma y sudor, también conexión, gracias a un flirteo lúbrico con los asistentes y una afectación escénica reservada a los grandes divos.
A Gore le ha dejado su parcela de protagonismo con la bucólica "Somebody", más un momento de musical que de este concierto, que ha vuelto enseguida por sus fueros con la intensidad creciente de "In your room" y una ochentera "Everything counts" que, de tan coreada, ha mostrado cómo la media de edad del festival ha subido notablemente respecto de otros días.
Ha sido dentro de una segunda parte de traca final con "Personal Jesus" y "Never Let Me Down Again", pero también con "Enjoy the Silence" y "Just Can't Get Enough", un regalo que se quedó sin tocar en su anterior visita. A su término, traspasado el meridiano de la medianoche, aún quedaba mucha música con Nine Inch Nails, Underworld o la diva británica Dua Lipa, una de los reclamos tapados de esta edición que ha convertido a Mad Cool en la cita más multitudinaria de España, a la espera de que en próximas ediciones esa condición no lastre su supervivencia.
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