El robo del siglo
Las ocho joyas imperiales robadas del Louvre: de la emperatriz española Eugenia de Montijo a la realeza francesa
Los detalles Dos de las joyas robadas pertenecían a la emperatriz española Eugenia de Montijo, tía abuela de la duquesa de Alba: su diadema con 212 perlas y casi 2.000 diamantes y un gran lazo con más de 2.400 diamantes. Junto a ellas, desaparecieron también collares y pendientes de varias reinas francesas.

Resumen IA supervisado
El Louvre ha sido escenario de un robo espectacular, donde han desaparecido ocho joyas históricas de gran valor, algunas vinculadas a la realeza francesa y española. Entre ellas, destacan dos piezas de Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III: una diadema de su boda en 1853, con 212 perlas y casi 2.000 diamantes, y un lazo de diamantes diseñado en 1855, con más de 2.400 diamantes. También se llevaron joyas de María Luisa de Austria, esposa de Napoleón Bonaparte, y un conjunto de zafiros y diamantes de las reinas María Amelia y Hortensia de Francia. Estas joyas, testigos de siglos de historia europea, ahora son protagonistas de uno de los robos más notorios del Louvre.
* Resumen supervisado por periodistas.
El Louvre ha sufrido un robo que parece sacado de una película: ocho joyas históricas han desaparecido, algunas de ellas pertenecientes a figuras emblemáticas de la realeza francesa… y española. Entre ellas, destacan las que fueron de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y tía abuela de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart.
La primera joya es una impresionante diadema de su boda en 1853. Cada bolita blanca que se ve es una perla, 212 en total, y cada destello brillante es uno de los casi 2.000 diamantes que la componen, todo bañado en oro. Una auténtica joya imperial que deslumbraba en los salones de París.
La segunda pieza de Eugenia es un gran lazo de diamantes, diseñado en 1855 por su joyero personal, François Kramer. Esta pieza está formada por más de 2.400 diamantes y refleja el gusto por la opulencia de la corte francesa de la época.
Pero no todo son joyas de Eugenia. También se han llevado un collar y unos pendientes que pertenecieron a María Luisa de Austria, esposa de Napoleón Bonaparte. Fueron un regalo de boda en 1810 y son espectaculares: los pendientes tienen 6 esmeraldas, dos de ellas de 45 quilates, y más de 100 diamantes, mientras que el collar suma otras 32 esmeraldas y casi 1.200 diamantes.

Otra pieza robada es un broche relicario de 1855, discreto a primera vista, pero con 92 diamantes en total. Y para completar el botín, un conjunto de tiara, pendientes y collar de zafiros y diamantes, propiedad de las reinas María Amelia y Hortensia de Francia, con más de 30 zafiros y casi 2.000 diamantes entre las tres piezas.

En total, estas ocho joyas son mucho más que piedras preciosas: son testigos de siglos de historia europea, desde la emperatriz española Eugenia hasta la realeza francesa, y ahora forman parte de uno de los robos más sonados de la historia reciente del Louvre.
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