Corría el año 1972, aún en la etapa final del franquismo, y en el barrio de Algorta, en Getxo (Bizkaia), se celebraban un 12 de agosto las fiestas de San Nicolás del Puerto Viejo. La cuadrilla 'Antzarrak' ('Los gansos') era la encargada de organizar las fiestas y por un error de la cuadrilla o por la mala intención del proveedor de bebidas, el grupo de amigos se encontró con que los más de 2.000 litros de vino que habían comprado estaban 'picados'. Lo cierto es que el vino 'picado' no es malo para la salud, pero sí muestra una concentración excesiva de ácido acético, lo que hace que tenga olor (y sabor) avinagrado.

El vino ya estaba comprado, no había marcha atrás, por lo que los 'colegas' preguntaron a un médico conocido que qué podían hacer con él: efectivamente, el doctor les confirmó que no era nocivo para la salud, pero tenían que buscar la manera de poner este vino sin que los clientes pusieran cara de asco. Y aquí empezó el experimento: los 'gansos' de la cuadrilla comenzaron a hacer pruebas para ver con qué otra bebida se podía mezclar para que tuviera un sabor rico y fresco hasta que dieron con la fórmula. "Preparamos mezclas con varios refrescos, y fueron realizándose catas, hasta que nuestros cómplices, los 'txikiteros', nos confirmaron que con Coca-cola no se notaba [el sabor avinagrado del vino]", señala la propia cuadrilla en 'El invento del kalimotxo y anécdotas de las fiestas'.

"La mayoría, por razones estrictamente culturales, aborrecían la Coca-cola", continúan, y fue en ese momento cuando uno "con gran autoridad" les comentó que la mezcla como tal ya existía "y que se llamaba Rioja libre". Efectivamente este brebaje ya se bebía en la década de los años veinte del siglo XX, aunque era bastante minoritaria, ya que era complicado encontrar Coca-Cola en España. Cuando la primera fábrica de la compañía estadounidense se afincó en nuestro país, en 1953, la cosa cambió y el brebaje comenzó a ser cada vez más popular, bajo múltiples denominaciones: Rioja libre, mochete, tincola, cuba libre del pobre o cubata del obrero. El amigo "con autoridad", de hecho, les había dicho que esa mezcla era propia "de señoritos de Bilbao", sobre todo de "agentes de cambio y bolsa".

Con un nombre de fantasía y sin decir los ingredientes triunfa seguro

La cuestión es que encontraron la fórmula: para disimular el sabor 'picado' del vino había que mezclar iguales cantidades de vino y Coca-cola. Ahora bien, ¿cómo habrían de hacer para 'colocarle' esta bebida a los asistentes a las fiestas del pueblo? Los 'Antzarrak' no confiaban en poder vender tanta cantidad de vino con refresco de cola, ya que "tanta cantidad [de Coca-cola] [unos 2.000 litros] no se bebía en toda Bizkaia ni en todo un año". Pero un optimista del grupo les abrió los ojos: "Si creábamos un nombre de fantasía y conseguíamos que no se conociera la composición quizá pudiéramos vender todas las existencias de vino 'picado' y así salvar las fiestas". El trabajo de los 'gansos' de la cuadrilla funcionó: con el fin de no desperdiciar aquellos 2.000 litros de vino tinto, en las barras de las fiestas se dispensaron 4.000 litros de esta mezcla, aunque aquel día los clientes no sabían exactamente qué estaban bebiendo.

Así nació el nombre del kalitmoxo

Lo único que sabían era que bebían 'kalimotxo'. La elección del nombre tampoco fue fácil, y supuso otro 'laboratorio de pruebas' por parte de los de 'Antzarrak'. Tras varios intentos por encontrar un nombre adecuado para la bebida, apareció un amigo de la cuadrilla, 'Kalimero', más conocido como 'Kali', un tipo más bien feo. "Mecánicamente y bastante aburridos, empezaron a conjugar su nombre. Uno indicó que la persona era bastante fea, y otro dijo que en euskera feo se decía 'motxo'. Un tercero, más docto, empezó a pontificar que ello no era cierto en todo el País Vasco, y que en algunas zonas significaba lo contrario", relata la pandilla de amigos.

"Mientras, la mayoría, sin hacerle caso, conjugaba febrilmente el apodo y, tras muchos intentos, surgió una palabra sin significado, Kalimotxo, que, reiteradamente repetida, gustaba", apuntan. Así fue como, un 12 de agosto de 1972, en torno a las cinco de la tarde, se creó el nombre de esta bebida. Y el nombre se quedó para siempre. Surgieron más problemas que se fueron solucionando antes de las fiestas —la falta de, por ejemplo, botellas suficientes para preparar la mezcla— y alguien tuvo la brillante idea de considerar que "además de más agradable cuando hace más calor y hay sed", cuanto más fresco estuviera el kalimotxo "más difícil sería de detectar su composición".

"La gente, impresionada por la novedad, empezó a adquirirlo por botellas (...). Muchos preguntaban por la composición del brebaje, y fuimos dando respuestas arbitrarias para confundir, de acuerdo con la estrategia aconsejada por los 'txikiteros'". Fue todo un éxito; tanto que se extendió por el resto de Euskadi y Navarra, popularizándose ya a principios de los ochenta, momento desde el cual se extendió por otras regiones vecinas. A día de hoy, se puede consumir kalimotxo en prácticamente cualquier lugar del país, e incluso fuera de España, en según qué sitios.

El kalimotxo, registrado por Coca-cola y en el diccionario

El grupo 'Antzarrak' es consciente, como cuentan en su historia, de que "años más tarde" el nombre de kalimotxo fue "registrado por una conocida marca de refrescos para su uso mundial". "La propiedad jurídica del mismo les pertenece, por una usurpación, totalmente legal aunque no autorizada por nosotros", explican. Y ciertamente, es la propia Coca-cola la que registró el nombre de la popular bebida, aunque no la distribuya. Tal y como señaló el propio director de área norte de Coca-Cola Iberian Partiners, Carlos Aguirregomezcorta, en una entrevista concedida a la cadena SER en 2019, la multinacional tiene registrados tanto kalimotxo como calimocho, únicamente para "posibles acciones futuras". "A día de hoy todos los productos que estamos investigando son sin alcohol pero hemos registrado la marca para posibles acciones futuras".

No obstante, hace unos años fue la máxima competencia de Coca-cola, PepsiCo, la que en una campaña con poco acierto quiso reinventar 'The Kalimotxo'. "Le llamamos 'cali-mocho' y lo bebemos con amigos. ¡Toma un poco de 1863PepsiCola y hazte uno (o varios) esta noche!", anunciaba la compañía en sus redes sociales. En su anuncio, Pepsi animaba a preparar esta mezcla, con tres onzas (casi 9 centilitros) de vino tinto, cuatro onzas (unos 12 centilitros) de 1893 Original Cola de Pepsi y una rodaja de limón, una receta ciertamente alejada de la original.

La popularidad de esta bebida llegó a tal punto que está, en su versión castellanizada (calimocho), incluida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua española, definido como "bebida que consiste en una mezcla de vino tinto y refresco de cola", aunque dejan abierta la cantidad de ambas que hay que utilizar para dejar libertad en la receta del mismo. Lo cierto es que cada uno se prepara el kalimotxo como más le gusta, si bien añadirle un tercer ingrediente (vermú, algún licor, etc.) no entra dentro de los planes originales de sus creadores.