Spielberg buscó por todo el mundo una puesta de sol que simbolizara la caída del 'Imperio del Sol'. Después de buscar localizaciones en Kenia o Israel, gracias un documental sobre aceites, quedó fascinado con el ocaso de Trebujena. Entonces las Marismas del Gualquivir se conviertieron en el Shangai de los años 40 ocupado por los japoneses.

En la primavera de 1987 desembarcó en ese pueblo gaditano toda una super producción de Hollywood. Ahora, 30 años más tarde, Trebujena lo sigue recordando. "Supuso un impulso económico muy importante y localizarnos en el mapa", ha destacado Jorge Rodríguez, primer edil del pueblo sevillano. Speilberg encontró su puesta de sol, pero John Baker, el director de efectos especiales de la pelicula, encontró al amor de su vida. "Vi a una chica de pelo largo, muy guapa. Así empecé la historia con Isabel, mi mujer", ha señalado bBaker.

Porque este inglés oscarizado, autor de los efectos especiales de Indiana Jones, nunca imaginó que su destino estaba en el sur de España: "Recuerdo entrar en el pueblo y pensar que iba a ser mi casa cuatro o seis meses. Y mira, 30 años". Trebujena se volcó con la película. Más de un millar de extras dieron vida a los británicos que se convirtieron en prisioneros de la guerra. Buscaban personas altas y rubias. No todos valían. Juana es una de las gaditanas que sí tuvo la suerte de poder participar.

Lo recuerda como una experiencia que tendrá grabada para siempre: "Nos pagaban 5.000 pesetas. Si nos caíamos, nos pagaban un poquito más". Ese dinero y la experiencia de trabajar con el mayor genio del cine. "Cuando gritaba 'acción' no me quería ni mover", recuerda Juana. La magia del cine inundó la localidad por unos meses. Como agradecimiento, la película se exhibió por primera vez en el mundo y sólo para los extras, en el cine jerezano.