El trabajo lo ha llevado a cabo el departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad del Sur de Dinamarca. La especie utilizada para el experimento es la Aurelia aurita, conocida como medusa luna, y que en realidad apenas se consume en Asia. Según la investigación, "es una elección interesante de especie para el experimento porque está disponible en todo el mundo y puede ser una exquesitez marina que se ha pasado por alto".

Comer medusas es una delicatessen en algunos lugares de Asia. Se preservan a través de meses de salinización en un proceso en el que se mezcla demás con cloruro sódico y alumbre. Durante esto, la textura de la medusa sufre una transformación: de un tacto gelatinosos a uno de goma y crujiente, que es principalmente lo que le da el valor gastronómico.

Una medusa recién capturada se echa a perder rápidamente a temperatura ambiente y es por ello por lo que se cazan con vida. Las medusas en conserva tienen poco sabor y, sin embargo, son un ejemplo de como la sensación en la boca juega un rol importante en el sabor.

En la clásica técnica oriental, antes de rebozarlas en sal, las medusas son rehidratadas en agua durante la noche y trituradas. En Japón, se sirven con vinagre como aperitivo. El proceso antiguo en total puede llegar a durar hasta 40 días sin ni siquiera secar totalmente la medusa.

La producción de medusas, a pesar de que lleva arraigada en la gastronomía asiática cientos de años, se ha comercializado hace relativamente poco y representa un negocio multimillonario en las empresas de comida marina en Asia.