El horario de verano comenzará en la madrugada del sábado al domingo, cuando habrá que adelantar una hora las manecillas del reloj, de manera que a las 02:00 serán las 03:00, con lo que se perderá una hora de sueño, pero se ganará luz solar.

Una directiva europea regula el cambio de hora con el objetivo de ahorrar energía, aunque diversos colectivos sociales rechazan esta modificación y reclaman que España mantenga el horario que le corresponde por su posición geográfica.

Desde el punto de vista de la salud, esta variación de la hora tiene un impacto "mínimo" en el organismo, aunque hay "una respuesta individual", ya que algunas personas la llevan muy bien y otras no, explica el doctor Salvador Tranche, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFyc).

El cambio horario puede implicar "ligeros" trastornos en el sueño, los hábitos alimenticios y el estado de ánimo, que pueden aumentar el cansancio, la irritabilidad o la falta de concentración, aunque estos problemas remiten en el plazo de tres o cuatro días, subraya.

Los niños y los mayores son los grupos de población más sensibles a estas alteraciones debido a que tienen unos horarios establecidos de comidas y de sueño. Los lactantes pueden experimentar alteraciones en su alimentación, mientras que los niños en edad escolar pueden tener mayores dificultades para despertarse.