PP y Vox han llegado a numerosos (y muy polémicos) acuerdos de gobernabilidad en las últimas semanas. Las elecciones autonómicas y municipales abrieron la puerta de las instituciones a la extrema derecha, aupada por un PP que le ha facilitado unas alianzas que ya han sido denominadas como "pactos de la vergüenza" por el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.

"Los principios y la palabra de Feijóo descansan en paz, pues hacen que tengamos unos pactos de la vergüenza", afirmó este sábado. Lo cierto es que PP y Vox han acordado introducir personajes ultras en puestos de mucha relevancia a lo largo y ancho del territorio nacional.

La primera persona con este perfil en ocupar un cargo de relevancia fue Llanos Massó, que se convirtió en presidenta de les Corts Valencianes. Ultracatólica y antiabortista, la diputada enseñó en el Parlament valenciano los "tipos de pene" a Raquel Tamarit, consellera de Educación, preguntándose si los niños tenían que ver en los colegios fotos de penes de hombres adultos.

Este acuerdo llegó después de que se rechazase la entrada de Carlos Flores (Vox) en este Gobierno. ¿El motivo? Su condena a un año de prisión por violencia machista contra su mujer, a quien llamó "ladrona, secuestradora de niños, puta o dueña del calabozo" y a quien llegó a amenazar: "Te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo". No entró en el Gobierno, pero será cabeza de lista al Congreso por Valencia para las elecciones del 23J, todo un ascenso por parte de su formación.

Después, llegaron Burgos, Toledo, Valladolid o Ciudad Real, donde fulminaron Igualdad LGTBI y de Género para crear una Concejalía de Familia, también en Orihuela. Sus políticas también se notan en Náquera (Valencia), donde PP y Vox acordaron retirar las banderas LGTBI y los actos contra la violencia machista.

Gabriel Le Senne (Vox) fue el siguiente nombre propio en saltar a la palestra, el elegido para presidir el Parlament balear. El president abanderaba un discurso abiertamente machista, racista y homófobo, llegando a decir que las mujeres "son más beligerantes porque carecen de pene".

Fue entonces cuando hubo alguien que parecía salirse del carril, que parecía hacer de muro de contención frente a Vox y que dijo 'no' a la ultraderecha... durante solo una semana. María Guardiola fue la abanderada del discurso contra Vox, diciendo que quería "dormir tranquila todas las noches".

"No traiciono mi palabra por ser presidenta a toda costa", llegó a decir, en lo que parecía un mensaje hacia Carlos Mazón por lo ocurrido en la Comunidad Valenciana. Finalmente, el PP cedió una consejería en Extremadura y dos puestos en la Mesa de la Asamblea ante la ultraderecha.

Marta Fernández fue el siguiente nombre propio en entrar en las instituciones, la diputada de Vox machista, homófoba y racista que preside las Cortes de Aragón. Pese a intentar borrar su 'rastro' en redes sociales, se han podido recuperar sus mensajes en los que calificaba de "invasión" la llegada de migrantes a las costas españolas.

"Las feministas sois las nietas de los cristianos que echaron a los moros de la Península para que pudierais pasear en tetas por la calle", aseguró Fernández, que negó el machismo y la violencia de género, siendo también negacionista del cambio climático y del coronavirus.

Las prioridades de Vox

Si hay algo que han dejado claro los pactos entre PP y Vox es que hay determinadas líneas contra las que quieren luchar, buscando quitar derechos de millones de españoles para imponer que, por ejemplo, la violencia machista no existe, apostando por llamarla "violencia intrafamiliar".

El colectivo LGTBI es otro de los señalados por PP y Vox, que no han mostrado reparos a la hora de quitar banderas del Orgullo o de derogar, como han hecho en Aragón, la Ley de Identidad y Expresión de Género, texto que incluso el PP apoyó hace cinco años.

Las volteretas en el lenguaje las ha sufrido el propio Alberto Núñez Feijóo, que, evitando hablar de violencia machista, habló del "divorcio duro" que dijo haber pasado Carlos Flores. "La violencia de género no se justifica nunca", respondió contundente Pedro Sánchez.