El sonido del órgano está asociado tradicionalmente con las iglesias, donde se permitió su uso en las ocasiones alegres desde 1911. Es por ello por lo que también se les llama órganos litúrgicos. La música para órgano de compositores españoles como Antonio de Cabezón, Francisco Correa de Arauxo o Juan Cabanilles es solo una muestra del nivel que alcanzó este instrumento.

Uno de los encantos del órgano es que el suministro de viento continuo le permite mantener las notas mientras se presionan las teclas correspondientes, a diferencia del piano y el clavecín, cuyo sonido comienza a disiparse justo tras tocar una tecla. En un piano, cuando se pulsa una tecla, un martillo golpea unas cuerdas y así se crea el sonido, pero en un órgano, el sonido se produce por el viento.

En el interior del órgano, hay varias filas de tubos colocadas sobre una caja de viento, y un conjunto de fuelles empuja el aire hacia esa caja. Ahí empieza la magia.

Qué es un órgano de iglesia y cómo funciona

En pocas palabras podemos decir que un órgano es un instrumento musical que consiste en una o varias series o filas de tubos. Cada uno de los tubos, de diferente longitud, produce un solo tono. Para que suenen, deben ser soplados, es decir, el aire debe ser insuflado en su interior. Esto se hace por medios mecánicos accionando unas teclas.

Cada conjunto de tubos (llamados rangos) tiene un timbre, tono y un volumen común. La mayoría de los órganos tienen múltiples rangos de tubos, que el músico puede tocar de manera individual o en combinación mediante unos controles llamados: paradas, como explican desde la web de Musiclave.com.

Pero la complicación de este instrumento y sus posibilidades van aún más allá. Un órgano de tubos puede tener uno o más teclados (llamados manuales) tocados por las manos, y un pedal tocado por los pies; cada teclado tiene su propio grupo de paradas.

El teclado, la pedalera y los topes están alojados en lo que se denomina: consola del órgano.

Existen órganos tubulares portátiles pequeños que pueden tener solo una o dos docenas de tubos y un manual. Mientras que los más grandes pueden tener más de 33.000 tubos y siete manuales.

El origen del órgano

Se cree que los órganos tubulares surgieroncomo un instrumento musical por casualidad. Tienen su origen primigenio en la antigua Grecia. Entonces podían ser de aire o hidráulicos, agua. Al parecer, la intención original era inventar un dispositivo para emitir un flujo de aire a una presión constante. Al hacer, se dieron cuenta de que se producía sonido como el de un instrumento musical.

Por su parte, los fuelles son originarios del antiguo Egipto. Se utilizaron para bombear el aire del que dependen los órganos tubulares. Los fuelles de los órganos de iglesia tienen forma de cuña. Tras haberse abierto levantando la superficie superior en diagonal, los fuelles se cierran bajo el peso de los bloques para bombear el volumen de viento requerido para ejercer el sonido

Cuáles son las partes de un órgano de iglesia

El órgano de tubos vendría a ser una gran caja de silbatos. Cada tubo se asienta sobre una caja de viento hueca, que se llena con aire comprimido suministrado por un fuelle o soplador. Cada parada de la consola del órgano representa un conjunto de tubos (una fila) de un color tonal determinado, con un tubo diferente para cada nota del teclado.

Al tirar de la parada, se activa un control deslizante debajo de ese conjunto específico de tubos en el secreto, haciéndolos disponibles como fuente de sonido. El secreto también contiene una serie de válvulas (paletas) conectadas al teclado por un mecanismo.

Estas paletas gobiernan el flujo de aire a cada tubo, y aunque haya un tope activado, ningún tubo sonará hasta que se pulse una tecla y se abra su respectiva paleta. Esto permite que el aire comprimido suba por el tubo correspondiente a esa nota, creando el sonido.

El órgano y la iglesia: legislación sobre su uso

Hasta el siglo XII, el uso de los órganos en la Iglesia era rechazado. Esto se puede deber, en parte, a la imperfección del tono que tenían los órganos de la época. No obstante, desde el siglo XII en adelante, el órgano se convirtió en el instrumento eclesiástico privilegiado, añadiéndole solemnidad al culto divino.

Desde 1911 se permite la música de órgano en todas las ocasiones alegres, tanto para piezas instrumentales, como de acompañamiento, según información de la Conferencia Episcopal. El órgano puede reemplazar el lugar de las voces en los versos alternos en la Misa o en el Oficio, siempre que el texto tratado sea recitado por alguien en voz audible mientras se toca el órgano. Solo el Credo está exento de este tratamiento, y en todo caso, se deben cantar el primer verso de cada canto y todos los versos en que se lleve a cabo alguna acción litúrgica —como el "Te ergo quaesumus", el "Tantum Ergo", el "Gloria Patri".

Con algunas excepciones, el órgano no se ha de tocar durante el Adviento y la Cuaresma. Se puede tocar el tercer domingo de Adviento (gaudete) y en el cuarto de Cuaresma (laetare) en la Misa y vísperas, el Jueves Santo en el Gloria, y el Sábado Santo en y, según los usos generales, después del Gloria. Además, se puede tocar incluso en el Adviento y la Cuaresma, en las fiestas solemnes de los santos y con motivo de cualquier celebración gozosa, como por ejemplo, la Comunión de los niños.

También, por una especie de indulto, al parecer el órgano se admite, incluso en Cuaresma y Adviento, para apoyar el canto del coro, pero en este caso debe cesar con el canto. Sin embargo, este permiso no se extiende a los tres últimos días de la Semana Santa.

En el Oficio de Difuntos se excluye la música de órgano; en las Misas de Réquiem, sin embargo, puede ser utilizado para el acompañamiento del coro, como arriba.

Por otro lado, es conveniente tocar el órgano al comienzo y al final de la Misa, especialmente si un obispo entra o sale solemnemente de la iglesia. Si el órgano se toca durante la elevación (gesto simbólico del que ofrece alguna cosa, como la hostia o el cáliz) debe ser en tonos más suaves, pero el silencio es más adecuado para este augusto momento. Lo mismo puede decirse sobre el acto de la bendición con el Santísimo Sacramento.