SALAMANCA
Convento de San Esteban de Salamanca: la curiosa razón por la que se escogió su ubicación
Ponemos rumbo a la ciudad de Salamanca, para conocer la historia que esconde el impresionante Convento de San Esteban.

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Viajamos hasta Salamanca, una de las ciudades con más encanto de nuestro país. Pasear por su casco antiguo es una auténtica delicia para los amantes de la cultura, la arquitectura y la historia. Entre las numerosas joyas que podemos encontrar en este rincón de Castilla y León se halla el convento dominico de San Esteban, situado en la Plaza del Concilio de Trento.
El Convento de San Esteban de Salamanca, a través de su historia
Para comenzar, debemos tener en cuenta que el precedente de este convento es la Iglesia de San Juan el Blanco, que se situaba a orillas del río Tormes y, por tanto, a extramuros de la ciudad. Por esa zona, en el siglo XIII, se asentó la comunidad dominica de la ciudad. Según los registros, este templo quedó inutilizado en 1256 como consecuencia de una crecida del río.
Así pues, los dominicos se trasladaron a la ubicación actual del convento, concretamente a un templo que los canónigos de la catedral donaron ante la inundación de la iglesia de San Juan el Blanco. Desde ese preciso instante, la orden empezó un imponente proyecto de expansión de esta edificación, con la intención de aclimatarlo a sus necesidades.
Desde finales del siglo XIII y durante el siglo XIV, los dominicos experimentaron un aumento de las donaciones hechas por fieles. Y todo por la popularidad de las órdenes mendicantes, pero también por la concesión de la bula del Papa Inocencio IV con la que se permitía el enterramiento en la Catedral. De ahí que cada vez fueran más las familias nobiliarias que hicieron donaciones.

De hecho, las familias Limógenes y Godínez financiaron las capillas principales de la iglesia del Convento, incluyendo la de San Pedro Mártir, la de Santo Domingo, la de los Godínez y, cómo no, la capilla mayor. Fueron, por tanto, los promotores principales de la ampliación del convento que se llevó a cabo en el siglo XIV. No podemos olvidar que el convento también tuvo otros promotores, entre los que destacan obispos, cardenales y hasta reyes. Tanto es así que se convirtió en uno de los más reconocidos de la Península Ibérica. Entre los benefactores, estuvieron don Alonso de Azevedo y Fonseca, Fray Diego de Deza o, incluso, don Alonso Cárdenas.
Las reformas del convento se desarrollaron hasta el siglo XVII, siendo fray Martín de Santiago y Juan de Álava los principales arquitectos que estuvieron al frente de estas obras. El segundo de ellos se encargó, sobre todo, de la fachada, mientras que el otro contribuyó en aquellas áreas vinculadas con el claustro. No podemos dejar de mencionar que la reforma más importante comenzó en 1524, cuando se construyó la Iglesia mayor que financió el cardenal fray Juan Álvarez de Toledo.
La nueva iglesia se erigió sobre los cimientos de la que había en este lugar, con la intención de hacer un nuevo templo más suntuoso para hacer honor a la orden dominicana en Salamanca. Este templo se terminó y se consagró en 1610, dando por finalizada la expansión del convento. Cabe destacar que, precisamente por esa extensión cronológica de las fases constructivas, este Convento cuenta con numerosos estilos artísticos, desde el gótico final hasta el barroco. Eso sí, se trata de un excepcional ejemplo de estilo plateresco.

No podemos dejar de mencionar que este impresionante convento fue hogar de dominicos verdaderamente reconocidos en todo el mundo, como es el caso de Francisco de Vitoria. Muchos de ellos fueron profesores de la Universidad, lo que dio mucho más prestigio al convento en cuanto a la enseñanza y a la defensa de la teología. Algo que queda constancia en las concesiones papales, que hacían que se aumentaran las cátedras de la casa de estudio.
En la actualidad, estamos ante una de las construcciones más sorprendentes, bonitas y espectaculares que podemos encontrar en Salamanca. Si estás pensando en poner rumbo a esta ciudad, no dejes pasar la oportunidad de acercarte hasta el Convento de San Esteban. ¡Estamos convencidos de que no te dejará indiferente, ni mucho menos!
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