PORTUGAL
Historia del Acueducto de Amoreira, considerado uno de los más espectaculares de la Península Ibérica
Viajamos a la ciudad portuguesa de Elvas para conocer el origen del impresionante y curioso Acueducto de Amoreira.

Publicidad
Es el momento más que perfecto para viajar hasta Portugal, concretamente hasta el municipio de Elvas situado en el distrito de Portalegre. En ese lugar, como no podía ser de otra manera, podemos encontrar un gran número de construcciones y monumentos verdaderamente sorprendentes e impresionantes. Un claro ejemplo es el conocido como Acueducto de Amoreira, que forma parte del conjunto “Guarnición fronteriza y fortificaciones de Elvas” que, en 2012, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Este espectacular acueducto une la localidad de Amoreira con Elvas, y cuenta con unos 8,5 kilómetros de longitud, así como 843 arcadas que están superpuestas y pilares de hasta 31 metros de altura. De hecho, por sus características y dimensiones, es considerado como el mayor acueducto que podemos encontrar en la Península Ibérica.
El Acueducto de Amoreira, a través de su historia
Para comenzar, debemos tener en cuenta que, desde la ocupación árabe de Elvas, la ciudad era abastecida por el pozo de Alcalá, ubicado cerca del que era el Palacio Episcopal. A pesar de todo, durante el siglo XV hubo un notable crecimiento de la población. Esto provocó que ese pozo comenzase a ser insuficiente para poder abastecer de agua a todos los que habitaban en la ciudad.
Por esta razón, el Rey Manuel I de Portugal decidió autorizar la liberación del impuesto del “real de agua” para que pudieran llevarse a cabo diversas obras de conservación en ese pozo. Lo cierto es que no consiguieron el objetivo principal, que era resolver ese grave problema de abastecimiento. Por lo tanto, las autoridades locales tuvieron la idea de construir un acueducto para poder traer agua desde los arrabales de Amoreira hasta el centro de Elvas.
Fue entonces cuando, en 1537, el Rey Juan III de Portugal contrató a Francisco de Arruda, el arquitecto que se encargó de erigir el Acueducto de Água de Prata de Évora, para llevar a cabo este impresionante proyecto. Las obras comenzaron ese año y se llevaron a cabo hasta 1542, cuando su longitud alcanzó el histórico Convento de San Francisco. Pero no todo quedó ahí, ya que hubo un intenso y complejo trabajo de diseño, ya que tras los primeros seis kilómetros del acueducto, los arcos debían aumentar su tamaño.

Esto hizo que el coste se incrementara considerablemente y, por ende, en 1547 se vieron suspendidos los trabajos por falta de fondos. Un proyecto que se retomó en 1571, en esta ocasión siguiendo las órdenes del ingeniero Afonso Álvares. Unas obras que continuaron hasta 1580, cuando el Rey Felipe II de España llegó al trono de Portugal, momento en el que se produjo un nuevo parón en las obras.
En el siglo XVII, aproximadamente en el año 1610, se llegó a la conclusión de que se debía modificar el proyecto, otorgándole mucha más altura para llevar ese agua al conocido Largo da Misericordia. Una decisión que provocó que la finalización de la obra se retrasase aún más, debido a las numerosas dificultades en el trabajo de la ingeniería, pero también por la gran cantidad de fondos económicos que se necesitaban.
A pesar de todos los contratiempos sufridos, en 1620, las aguas del acueducto corrieron dentro de las primeras murallas de la ciudad, llegando a una fuente provisional ubicada cerca de la Iglesia de la Magdalena. Un par de años después, se completó la conocida Fuente de la Misericordia, donde acababa el recorrido de las galerías del acueducto.
No podemos dejar de mencionar que, durante la histórica Guerra de restauración, la defensa de Elvas se convirtió en un gran imperativo. De hecho, el lugar en el que estaba construido el acueducto acabó convirtiéndose en un obstáculo para poder crear nuevas fortificaciones. Así pues, los ingenieros militares, con el respaldo del Rey Juan IV de Portugal, propusieron destruirlo. A pesar de las circunstancias, los habitantes de Elvas se negaron en rotundo.
Es más, el Conde de San Lorenzo, que por aquel entonces gobernaba la ciudad portuguesa, hizo todo lo que estuvo en su mano para gestionar una petición a la Corona. Algo que el rey respaldó. Para tratar de solventar las numerosas dificultades de abastecimiento que había durante la guerra, se optó por construir una cisterna, diseñada por Nicolás de Langres, que fue conectada con el acueducto a través de una tubería subterránea.
Hay que destacar que en la segunda mitad del siglo XX, el Acueducto de Amoreira sufrió la ruina de varios arcos ubicados en la parte más alta, que fueron reparados con la utilización de técnicas originales. En 1910, debido a su importancia histórica, cultural y arquitectónica, este acueducto fue clasificado como Monumento Nacional.
Publicidad