En los años 50 estar orondo comportaba cualidades que alejaban del mal camino, pero esa satisfacción al reventar una báscula duró apenas unas décadas. Para finales de los 70 el discurso era el contrario: estar 'rellenito' ya no era un síntoma de buena salud.

Con el color de la tele, los alimentos adquirieron valor cromático, la moda pintaba cuerpos esbeltos, trabajados, y se popularizaron las dietas y los atajos exentos de esfuerzo.