En los estadios de fútbol y su entorno se presencian episodios de odio que ya se ven como normales sin importar que haya niños delante. "Se ha normalizado desde hace décadas la cultura de la violencia, del insulto, en los campos de fútbol y además se ha amparado por parte de las propias empresas, de los clubes", afirma la reportera y escritora Patricia Simón.
En este sentido, el coordinador de la Unidad de Delitos de Odio de la Policía Nacional comenta en el vídeo sobre estas líneas que "hay ciertos ambientes propicios para que el espectador se vea envuelto en un efecto de contagio, pérdida de identidad personal en favor de una identidad grupal, sensación de anonimato, quizás también de impunidad". También apunta que esto podría "propiciar comportamientos totalmente reprochables y execrables que en otros ámbitos de la vida diaria quizás no se llevarían a cabo".
En esta unidad se investigan y persiguen crímenes que están creciendo también más allá del fútbol, señala el inspector, en los ámbitos de "racismo y xenofobia y orientación sexual". El agente explica a laSexta Columna que el perfil de quien comete estos delitos es el de "varones entre 26 y 40 años y el ámbito en el que están involucrados es por racismo, xenofobia y orientación sexual".
Un informe del Ministerio del Interior desvela que la mayoría de los afectados por delitos de odio "no denunciaron los hechos", sobre todo por creer "que la Policía no los tomaría en serio". En este sentido, algunos de los entrevistados por laSexta Columna comparten alguna anécdota que genera desconfianza sobre las fuerzas y cuerpos de seguridad: "Tenía que hacer unas gestiones, había un montón de gente pasando y me cogieron a mí", comenta Sergio, hijo del mítico futbolista del Real Madrid Laurie Cunningham, que asegura que en aquél momento "sí sentí vergüenza".
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