En el 'Agropoly' gana el que más tiene. Cuanto más terreno plantado, más beneficios, un juego en el que otros acaban sufriendo para mantenerse, después de generaciones en el campo. "Con esta incertidumbre y con estos costes, la cuestión está muy complicada. Si mi hijo me dice que se quiere quedar en el campo, le diría que se buscase otro trabajo, que se asegurase, y esto, si acaso, como una opción", expresa Aurelio González, agricultor.

Los hijos de Aurelio huyen hoy de sus orígenes. Rubén se dedica a la "automoción", y lleva "un taller en Valladolid". Ni siquiera Javier, que va a dedicar su vida a la naturaleza, se plantea continuar con lo que su familia ha construido durante generaciones. "Yo he terminado la carrera de Biología hace un par de días, y con estos precios y estos costes de producción se antoja bastante complicado", señala el joven.

"Si os va mal algún día, las tierras aquí están. Yo las cuido", responde emocionado Aurelio. Rubén y Javier son el reflejo de un campo que se queda huérfano.